Quiero referirme en estas líneas a dos servicios públicos en particular, como son la prevención contra el mosquito-tigre y el cuidado de los montes, para prevenir incendios y la ya clásica “gota fría”. Pero también quiero expresar lo que, en mi opinión, está en boca o en la mente de la mayoría de los ciudadanos, que como contribuyentes queremos una calidad de los servicios públicos, que a veces se da y otras veces no se da. Como contribuyentes, tenemos deberes pero también derechos. Las diversas administraciones públicas son “servicios”, que no es lógico percibir con pasividad, sino exigiendo, sugiriendo, colaborando y, si es el caso, pidiendo las indemnizaciones por las deficiencias.
Nos sale a todos más fácil la queja, la crítica negativa, que el reconocimiento de que también hay servicios que se prestan con calidad, o que si hay un funcionario o un empleado público que no nos ha atendido bien, tal vez haya diez que otras veces nos han atendido bien o muy bien. Sirve para la sanidad, para la educación, para las basuras, para la prevención de incendios, para la seguridad vial, y para muchos campos más.
Tenemos cierto déficit cívico, de participar más y exigir más. Eso no se cambia en cuatro días. Pero tenemos mucho que mejorar, y el caso de las agresiones verbales o físicas a enfermeras o médicos es una señal de que algunos se salen de sus casillas en vez de denunciar, ejercer sus derechos, y que con prontitud se resuelvan reclamaciones o quejas. Pero es que también en las administraciones hay desdén, en ocasiones, hacia las sugerencias o quejas ciudadanas: se tarde una eternidad.
Bien por las administraciones públicas este año en la lucha contra el mosquito-tigre. Lo hemos notado todos, comparando con el año pasado. Se ha fumigado, se han dado instrucciones a los vecinos, los ayuntamientos han asumido su deber. Aunque en el fondo felicitar por unos servicios públicos nos detiene un poco, no sea que “se relajen”, porque la propia lucha contra el mosquito-tigre requiere años de esfuerzo, por parte de las administraciones y de los ciudadanos.
En el lado contrario, la ejecución de los planes contra incendios y desastres anuales de la “gota fría” duermen, hasta que se producen incendios como el reciente de la sierra de Espadán. Abrir cortafuegos y pistas forestales requiere tenacidad, cumplir los planes, controlar la ejecución de esos planes por parte de ayuntamientos, asociaciones y particulares. Ni unos ni otros cumplimos, nos quejamos.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.