La realidad del PSOE inquieta al propio PSOE y a toda la sociedad española. Su naufragio es de tal envergadura que tiene ante sí la nada desdeñable tarea de redescubrir y volver a escribir su propia identidad. Si su fundador, Pablo Iglesias, que en 1879 lo alumbró, levantara la cabeza, su asombro sería máximo.
En 1979, en un congreso extraordinario, el PSOE renunció al marxismo. Fue una fecha clave para el partido, se optó por un centro izquierda moderado, cuando ya el marxismo a nivel mundial era rechazado, ocultado, incluso con vergüenza por las consecuencias que había tenido en diversos países, y que no es preciso recordar.
El PSOE se desangra, en parte por la irresponsabilidad de Pedro Sánchez, que antepuso su ambición personal a los intereses de su partido y de España. Sin embargo, no hay que ser simplista, y achacar la deriva socialista únicamente al exsecretario general.
Javier Fernández, el presidente de la gestora socialista, está haciendo equilibrios para que su partido se encuentre con sus coordenadas básicas y no acabe dinamitado por la “guerra de cuchillos” que ha habido y hay.
Fernández ha afirmado que el PSOE “se ha podemizado”. Sería interesante preguntarle cómo y cuándo, en su opinión, también por el talante sereno que muestra, que le puede acercar a una cierta objetividad de análisis.
Si la “podemización” socialista se refiere a asumir los postulados de Podemos en cuanto al populismo radical, con ciertas medidas que le asemejan a un partido marxista, en su afán de establecer una lucha entre el pueblo y la “oligarquía” económica, significaría que el partido estaba volviendo al marxismo, aunque sin llamarlo por su nombre, en contra de lo aprobado en 1979. Casi nadie asume el marxismo expresamente, pero hay partidos que lo mantienen en su esencia y consecuencias, y desde luego Podemos es uno de ellos.
Si la “podemización” se entiende como afán de llegar al poder como sea –“todo por el pueblo pero sin el pueblo”-, incluyendo el apoyo de quienes pretenden la independencia de algunos territorios de España, mucho de cierto hay. Podemos pacta con quien sea con el objetivo único de echar del poder al PP, que para Iglesias es un partido de los poderosos –del IBEX, diría Iglesias-, pero en sus insultos al PP y a Rajoy debe pensar en los millones de votos que ha recibido de los españoles, y el 26-J más que el 20-D. En su insulto continuado al PP debería recapacitar porque insulta a una mayoría que le vota.
El PSOE puede ser engullido por Podemos, es cierto. Sánchez lo estaba llevando casi a placer para complacencia de Iglesias. ¡Lo que estarán lamentando Sánchez e Iglesias no haber llegado a un gobierno de izquierdas por no ceder en la negación del independentismo!
Si hay un partido que no le interesa en absoluto –y no por el bien de España sólo, seamos sinceros todos– que haya terceras elecciones, ese partido es el PSOE, porque perdería muchos votos y escaños tras la guerra entre los barones socialistas y Sánchez, con su dimisión el 1 de octubre, fecha para recordar. Más que irse, echaron a Sánchez, claro está.
El PP aparece en el horizonte como ganador del naufragio socialista, mientras los barones ya van moviendo los hilos para abstenerse y permitir que Rajoy sea presidente: la consabida consigna de “abstenerse no es apoyar”. Pero tiene el riesgo de la amenaza de Podemos, de que se replanteará el apoyo en los gobiernos autonómicos de la Comunidad Valenciana, Aragón y Baleares, si el PSOE permite un gobierno del PP.
La encrucijada para el PSOE es y será, durante un tiempo, ser fiel a su historia, recomponer el partido sin dejar excesivos muertos o heridos, y volver a ganarse la confianza de los votantes, con líderes fiables y que sean consecuentes. Aprender de los muchos errores cometidos nunca es tarea fácil.
¿Es consecuente que el PSOE gobierne con Compromís y Podemos en la Comunidad Valenciana, o con Podemos en las Baleares, o en Aragón? Ya se ven las consecuencias en esas comunidades autónomas. Ahí ha existido y existe una “podemización” evidente, que el PSOE ha de reconocer y recomponer, con coherencia y valentía. ¿Sólo Sánchez podemizó el PSOE?
Si los socialistas quieren recuperar su sentido han de hacer desaparecer el “podemismo” a nivel nacional, autonómico y municipal, porque de lo contrario acabarán fagocitados por Podemos. Y que no le echen la culpa a Pedro Sánchez de todo, o a su mujer, Begoña Gómez, tan ilusionada de verse habitando en la Moncloa con su marido presidente.
El PSOE aceptó en ayuntamientos y comunidades autónomas pactar con Podemos –y con quien hizo falta– para impedir que el PP gobernase, en vez de elegir socios y tomar decisiones coherentes. Ese virus sigue teniéndolo el PSOE: llegar al poder como sea, con quien sea, con el único denominador común de “frente-antiPP”, y eso encandila a algunos para acabar destrozando, como un cáncer en fase de metástasis, al propio partido socialista.
Si Fernández, Susana, Lambán, Page, Vara y un largo etcétera no se atreven a meter el bisturí de verdad, el PSOE acabará podemizándose del todo. El cáncer está en Ferraz, pero extendido a autonomías y municipios. No lo tienen fácil. A título de ejemplo: Ximo Puig presidiendo en la Comunidad Valenciana, pero quienes gobiernan son Compromís y Podemos.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.