En la actual situación, la desigualdad económica europea ha vuelto a niveles de hace doscientos años. No es broma, hay estudios que avalan este hecho. El triunfo final del neoliberalismo en 1.989 y su negativa a repartir los beneficios económicos con resto de la población ha propiciado una sociedad en la que las élites avanzan a pasos agigantados hacia una cada vez mayor riqueza mientras las clases medias se disuelven como un azucarillo en el café. La Unión Europea, con sus actuales políticas, es otro foco de desigualdad, favoreciendo de forma clamorosa sólo a ciertos países y condenando a los demás al desastre económico.
El ciudadano es consciente de que todos los partidos favorecen esta situación o más bien que están al servicio de la misma; da igual de izquierda o derecha, de forma que las disputas ideológicas teatralizan y camuflan la realidad de que sólo se discuten modelos de gestión pública, no políticas. Sometidos como están todos los partidos a las grandes entidades financieras, a las que no se oponen, condenando al ciudadano actual a un futuro oscuro y miserable, en el que su vida es succionada y dejada al margen; de ahí la moda y el triunfo de todas la literatura de trama distópica.
Es en estas circunstancias cuando Vox alzó la bandera e hizo soñar a la gente con que por fin alguien iba a defenderles, un partido que anteponía los intereses de la nación, de sus ciudadanos, de las personas, a los intereses globales de las grandes corporaciones, de los grandes lobbyes mundialistas. En esto consistió el éxito de Vox. Sin embargo, el tiempo pasa, y la gente necesita saber si efectivamente se puede contar con Vox. Si de verdad están en contra del neoliberalismo.
Los efectos de la globalización han sido terroríficos y lo siguen siendo; amparada por una ideología neoliberal, destroza a las personas en pro de ese globalismo patán, ignorante e inhumano que hipócritamente pretende disfrazarse de civilización, pero que en realidad sólo defiende los intereses de los grandes, esta vez aliados con los “educados” y el mundo “perroflauta”.
Las nuevas elecciones son una nueva oportunidad. Vox, si quiere tomar el camino del triunfo y la victoria (supuestos pucherazos electorales aparte), debe de emprender la misma ruta que ha llevado a Trump a la Casa Blanca o seguir la corriente que ha permitido la victoria del Brexit en Inglaterra. Es el momento de dejar claro que Vox no es un nuevo PP, especialmente denostado por la prensa (siempre al servicio de los poderosos) sino que es un partido con agallas, que defiende España y los españoles, sin ambages, que abomina de todo neoliberalismo nefasto; que es un partido que va más allá de exhibiciones de bandera, que tiene contenido y coherencia, y que tiene, en el humanismo cristiano, su principal fundamento, poniendo a las personas como centro de todo.