Se anuncia a bombo y platillo el bono social eléctrico, una rebaja en la factura de la luz para colectivos vulnerables y familias numerosas. Es una iniciativa positiva, atendiendo a personas con grado de Dependencia II y III, o que tienen una determinada Discapacidad. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y si una medida social se convierte en la práctica en una carrera de obstáculos, hay que plantearse si se quiere facilitar el bono social, o bien se articula una serie de barreras burocráticas que conducen a no solicitarlo, por la complejidad que entraña. Además, puesto que se trata de personas vulnerables, hay que tener presente la dificultad que entraña que lo soliciten personas que no pueden salir físicamente de casa, y se debería regular con una mayor facilidad burocrática. No es un gran descuento, pero muy necesario para miles de personas que pasan apuros económicos.
Como se prorrogó hasta septiembre, los solicitantes andan en estas semanas de agosto ajetreados con la burocracia de la solicitud del bono social. ¿No se podía haber prorrogado hasta octubre, y permitir algo de oxígeno en agosto a estos colectivos a los que se quiere favorecer? Las vacaciones, está claro, no se tienen en cuenta para estos trámites: de ventanilla en ventanilla en estos calurosos días de agosto, sufriendo la rigidez de la burocracia y la falta de la debida atención al público. Llamativo es que personas que trabajan en estas comercializadoras de la luz reconocen, impotentes y a la vista de la multitud de consultas que reciben en estos días, lo que para cualquier solicitante es una evidencia: un itinerario pensado para que muchos desistan de pedirlo.
Se solicita la misma documentación a una persona que ya lo disfruta que a un nuevo peticionario. Ya este hecho es sospechoso: cada dos años, volver a empezar. Se pide el empadronamiento, cuando podría bastar con pedirlo si se ha cambiado de domicilio, o simplemente dejarlo para que lo compruebe con los sobrados medios que se tienen hoy en día desde empresas y entidades oficiales: el empadronamiento se está pidiendo en Castellón con cita previa, ¡y dan cita para dentro de un mes! Otro ejemplo: se pide certificado de la hoja individual del Registro Civil, y eso requiere hacer cola en el Palacio de Justicia de Castellón y tener suerte de que se entre en el “cupo” de los que atienden ese día, sin dar cita previa para otro día; y, si el solicitante no puede acudir por estar encamado, hay que pedir previamente la fe de vida al médico de cabecera. No se trata de regalar nada, sino evitar burocracia agotadora a personas necesitadas.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.