LA ESPOSA
Teniendo en cuenta que en nuestros tiempos el cargo profesional más importante en una familia lo ostenta con frecuencia la esposa, habría que ir corrigiendo el dicho sobre la mujer del César y su honestidad y ampliarlo a ambos cónyuges. En el caso de los Sánchez Gómez son muchos los que piensan que quien manda ahí es Doña Begoña, aunque, en fin, el presidente del gobierno es Pedro y a su mujer lo primero que se le pide -como a cualquier otro cónyuge de un político, un médico o un juez- es discreción.
Hasta ahora y desde el advenimiento de nuestra aun joven democracia en 1978, hemos tenido suerte pues todas las mujeres de nuestros Presidentes han sido prudentes. Algunas de ellas lo fueron tanto que ni las hubiéramos reconocido en la calle, como a las de Calvo Sotelo, Zapatero o Rajoy. Incluso las damas que se hicieron notar como las señoras de González y de Aznar, la primera llegando a ser diputada y la segunda alcaldesa de Madrid, lo hicieron por sus propios méritos; no hay que olvidar que Ana Botella había militado en el PP bastante antes de que lo hiciera su marido.