Escolta, Espanya
la veu d'un fill
que et parla en
llengua no castellana(Oda a Espanya, Joan Maragall, 1898)
Durante ocho largos años tuve la suerte de vivir en Cataluña (cinco en Gerona y tres en Tarragona). Tres de mis cuatro hijos nacieron en aquella hermosa tierra y hoy se sienten muy orgullosos de su origen catalán. Por otra parte, dos de mis cuatro nietos nacieron en Barcelona y hoy son ardorosos culés. Quiero, por muchos motivos, a este trozo de la Espanya gran y me duele que un grupo de fanáticos quieran desgajarla de la Patria común.
Guardo un grato recuerdo de aquella tierra tan entrañable. Nada más llegar a Gerona me dediqué con mucha ilusión a leer la novela del gerundense José María Gironella, premio Nacional de Literatura, escrita en Paris y publicada por Lara en el año 1953 titulada “Los cipreses creen en Dios”. Su lectura me ayudó a comprender mejor la historia y la intrahistoria reciente de la inmortal ciudad. El autor apoyaba su trama literaria en una familia de inmigrantes. La madre, una vasca de pura cepa cuyos valores había transmitido a sus hijos. El marido, Matías, creo que era andaluz, empleado de telégrafos simbolizaba muy bien el papel de un ciudadano medio de tendencia socialista a su modo con sus entretenimiento favoritos la pesca en el Rio Oñar desde el balcón de su casa y las partidas de dominó. Los hijos José un joven inquieto que alternaba el trabajo con sus estudios de derecho en la Universidad de Barcelona, como alumno libre, Pilar, la única hermana muy influenciada por los valores recibidos de su recia madre casaría con Ignacio un joven falangista. César el hijo pequeño cursaría sus estudios en el seminario del Colell. La novela se cierra con el asesinato del joven Cèsar en los agónicos días del otoño del treinta y seis, víctima de la furia anarquista que tan bien ha descrito el historiador Javier Barraycoa Martínez en su reciente estudio sobre Companys.
Hasta que me casé residía en un moderno piso de la entonces calle General Primo de Rivera. (digo entonces porque la furia revisionista ha debido cambiarle el nombre). A partir de mi boda mi casa estaba situada en la calle de Nuestra Señora el Mont en el Grupo San Narciso construido por la entonces Obra Sindical del Hogar. El grupo había sido proyectado por el celebre arquitecto Bosch, (un hombre que fue el paradigma de aquella España enloquecida: amenazado de muerte por los anarquistas por su pertenencia a la católica Unió y depurado por Franco por su significación catalanista de la que se salvó por la protección de unos de unos jóvenes arquitectos falangistas).
El barrio arquitectónicamente, al parecer, estaba inspirado en la idea de la ciudad jardín. Viviendas unifamiliares y viviendas de dos o tres pisos y muchos espacios verdes. Los habitantes del barrio en su mayoría éramos funcionarios, empleados, ejercientes de profesiones liberales (en la misma calle vivía un prestigioso juez llamado Esteban Ferrer y varios abogados muy conocidos como Valeriano Simón González).
Personalmente guardo un amable recuerdo del matrimonio Oliver-Alonso, eficaces punteros en la dilatada vida cultural de Gerona. Don Manuel era el párroco; dotado de un fuerte acento catalán y muy preocupado por sus feligreses alguna vez que otra se le escapaban inofensivos y leves reproches hacia los de Madrit.
En mis primeros contactos sociales con los nuevos amigos gerundenses me llamaron la atención dos detalles muy indicativos del carácter catalán: en el lenguaje coloquial expresaban el dinero en centimes (por ejemplo, fulano de tal té molts centimes) y cuando frecuentábamos algún bar cada uno se pagaba su propia consumición. Se consideraba una violación a sus ancestrales costumbres que el recién llegado hiciese el gesto de pagar todas las consumiciones. A medida que fui conociendo mejor a mis nuevos amigos deduje el error que suponía el sacar conclusiones apresuradas de aquellos gestos muy propios de su carácter ordenado. Aquellos catalanes por lo general eran muy generosos y sociables. Tanto en Gerona como en Tarragona hicimos muy buenos amigos. A tantos años de distancia todavía conservamos la obligación insoslayable de la felicitación navideña. En la mayoría de los casos, ya lo he dicho alguna vez desde estas páginas, con el ruego suplicante ante la injusta amenaza secesionista: no nos dejéis solos.
Entre tantos amigos entrañables quiero referirme a uno en particular: a Joseph Gomis i Martí procedente del Frente de Juventudes llegó a ser delegado local y alcalde de Montblanch (ciudad que en el año 1996 lo nombraría Hijo Predilecto de la ciudad). Ostento de alcalde de Montblanch, diputado provincial, presidente de la Diputación de Tarragona, Procurador en Cortes y diputado en las cortes de la Transición por Convergenia i Unió. Jordí Pujol lo nombraría conseller de Gobernación y representante de la Generalitat en Madrid. Amigos comunes Joaquín Celma Sanz y Julio Martinez Roces me informaron sobre las peripecias sufridas por Joseph Gomis para su incorporación a Convergencia. Jordi Pujol tenía una excelente información sobre los hombres que habían trabajado en las filas del Movimiento Nacional y decididamente fue a por ellos. De tal manera que en la zona de Vistabella la Secuita, Convergencia i Unió se nutrió de muchos azules. Jordi Pujol no tuvo ningún escrúpulo en demandar la colaboración de estos hombres procedentes del Movimiento. Julio Martinez Roces un sabueso de fino instinto político que durante muchos años fue Sub jefe Provincial del Movimiento y Delegado Provincial de Juventudes, me contó la finura del Molt Honorable a la hora de incorporar a Joseph Gomis a los cuadros directivos de Convergencia. Ante las prevenciones de Gomis para aceptar el cargo debido a sus antecedentes falangistas, el Molt Honorable sin dudarlo mucho le contestó: no se preocupe si alguien le hace algún reproche puede decirles que estaba en el Movimiento por orden personal mia para facilitarme una información que yo necesitaba en aquellos momentos. No sé si la frase se ajusta literalmente a la realidad pero refleja muy bien el astuto carácter del Molt Honorable. No creo que Gomis, como hombre de bien, se prestase a esta jugada.
Mi llegada a Gerona coincidió con la celebración del CL Aniversario del Primer Sitio de Gerona cuya defensa militar corrió a cargo del granadino general Álvarez de Castro, cuyos restos mortales reposan en la Iglesia o basílica de San Felix.
Dieciocho mil hombres mandados por el mariscal Augereau asediaron Gerona. Cinco mil la defendieron. Don Benito Pérez Galdós dedicó el séptimo libro de sus Episodios Nacionales al Tercer Sitio. El día 10 de diciembre, GERONA CAPITULÓ. Murieron 10.000 personas.
Tuve la suerte de ser un testigo presencial de la grandiosidad de aquellos actos conmemorativos. Se iniciaron el día 20 de junio del año 1958 con un ciclo de conferencias impartidas en el Salón de Pergaminos de la Biblioteca Provincial.
La primera estuvo a cargo del abogado don Valeriano Simón González y versó sobre el heroísmo de la mujer demostrado en la defensa de Gerona. “La compañía de Santa Bárbara”. Valeriano desempeñó los cargos de teniente alcalde y de Sub jefe Provincial del Movimiento. Destacó en la vida cultural de Gerona como escritor, poeta y dramaturgo. Murió a los noventa y nueve años. En opinión de algún periodista, sus antecedentes políticos constituyeron un grave impedimento para que no se le reconociese su importante aportación a la vida cultural de la ciudad. Tuve una gran amistad con Valeriano que por cierto, vivía en el mismo Grupo de San Narciso.
El doctor Luis Pericot García, ilustre científico, catedrático de Historia Antigua y Media de la Universidad de Barcelona desarrolló la segunda conferencia.
La tercera conferencia fue impartida por el coronel de Estado Mayor don Federico López Tebar que estudió la trayectoria militar del general Alvarez de Castro.