El futuro de Ciudadanos

El futuro de Ciudadanos es incierto, más de lo que parece. No es sólo una impresión mía, sino la opinión de bastantes miembros todavía del partido político que lidera Albert Rivera, y de otros que, en poco tiempo, han pasado de militantes o promotores de Ciudadanos a desencantados e incluso exmilitantes.

Entre algunos exmilitantes, el calificativo es que es un partido muy verde, desorganizado y sin estructura de partido, lo cual es un diagnóstico que, a buen seguro, estará analizándose en el seno de Ciudadanos, por parte de alguien, aunque algunos apuntan que ni siquiera eso.

El liderazgo en un partido político es importante, pero en Ciudadanos parece que el líder, Rivera, es él, está sin equipo y sin confianza en las organizaciones municipales y autonómicas, lo que lleva a un considerable número de contradicciones, falta de coordinación y, según dicen algunos exCiudadanos, desconcierto dentro del partido.

El que se presentó como partido emergente para quedarse puede ser flor de un breve período de tiempo. La disminución de votos en las elecciones generales del 26-J fue un primer aviso: si era emergente, ya dio señales de alarma, de decadencia, en muy poco tiempo.

Las señas de identidad de Ciudadanos podrían sintetizarse en regeneración política, la defensa de la unidad de España y acabar con el bipartidismo PP-PSOE. Pero si acabar con el bipartidismo es pactar en Andalucía con el PSOE -¿no ha habido corrupción en Andalucía?-, en la Comunidad Autónoma de Madrid con el PP, intentar primero un gobierno con el PSOE de Pedro Sánchez todavía de Pedro Sánchez y unos meses después con el PP de Mariano Rajoy, bien puede calificarse de fluctuaciones oportunistas, tambaleantes.

Ciudadanos se ha nutrido de votantes y militantes desencantados del PP. Ahora no pocos también están desencantados con Ciudadanos. ¿Cómo organizar el partido e invertir el descenso que está experimentando?

Ideológicamente, más bien parece próximo al PSOE, pero incluso en esto habría mucho que matizar. Según las autonomías, se puede observar que Ciudadanos es imprevisible, o como decía uno de sus dirigentes una de cal y otra de arena. Esta situación convierte a Ciudadanos en un partido imprevisible, donde la fractura entre Albert Rivera y los militantes aumenta conforme pasan los días.

En España no se ha acabado con el bipartidismo. El PP se ha debilitado en beneficio temporal de Ciudadanos, y el PSOE ha permitido crecer a Podemos, pero PP y PSOE siguen estando a la cabeza.

Rivera tiene muchos problemas de identidad y de organización en su partido. Se puede contentar diciendo que es un problema de crecimiento, pero no hay crecimiento sino crisis evidente, en número de votos y en sensaciones.

Si en el País Vasco el partido de Rivera no consigue ningún diputado o uno, como señalan diversas encuestas, ya no podrá demorar más una auténtica auditoría de su partido.

También Rosa Díez venía a cambiar el panorama político español con su UPyD, Rivera ha de recordar lo que sucedió en ese caso. La política tiene sus signos y sus leyes, evoluciona en la actualidad con una velocidad de vértigo, pero más si el vértigo no lo percibe ni el propio líder, satisfecho con su salto a Madrid.

Rivera tiene en su equipo algunas personas valiosas, pero son pocos. Hay mucho advenedizo, trásfuga o ansioso de prebendas, en palabras de un líder de Ciudadanos, ahora ya desencantado. Pocos de ellos tienen experiencia de gobierno, o la tienen por haber sido cargos del PP. Tal aluvión no lo ha gestionado bien Rivera, y su estrella puede ir apagándose todavía más.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.