Con independencia de las ideas y la personalidad de cada uno, hay personas que caen bien con facilidad, y otras que no… y otras que “depende”, como diría un gallego. Alberto Núñez Feijóo cae bien, o al menos eso percibo. No es que vaya vinculado a que le voten o no, es una reacción más primaria.
Tiene unas cualidades que suelen atribuirse a los gallegos. Aunque todavía recuerdo que, hace años, pregunté a un amigo gallego cómo son los gallegos, y me contestó que qué pensaba sobre el carácter de los gallegos. De libro. Creo que desde entonces no formulo preguntas a un gallego.
Feijóo planteó bien su primer “cara a cara” en el Senado con Pedro Sánchez, en el Senado, el pasado martes. Dialécticamente, tiene experiencia, va a las cuestiones centrales y no divaga. Por eso, ya cae bien, pues hay hartazgo de discursos vacíos en los políticos o meros juegos dialécticos. Algo de ello podría aprender Pedro Sánchez, que le dijo que no estorbara y le comparó con Vox, tras ser interpelado por la economía, y con un golpe directo de que gobernar no es resistir.
No es precisamente un debutante. Ya querrían la mayoría de los senadores tener la experiencia que tiene Feijóo, a sus 60 años. Sin embargo, no echa en cara a nadie su experiencia, que es muy dilatada, y mayorías absolutas a sus espaldas en unos tiempos en que no abundan en España.
Tener mucha experiencia y no airearla suele caer bien. También es un rasgo que solemos ver en los gallegos: son sencillos, reservados, nada arrogantes. Prefieren pasar desapercibidos sin hacer ruido y sin que nadie lo note. Su timidez se conoce en gallego con la palabra “coitadiño”, es decir, reservado y retraído.
Basta recordar la discreción con la que Feijóo ha llegado a presidir el PP. Hace años se quitó de la pelea, y ahora ha esperado a que le pidieran que accediera a presidirlo.
Caer bien o no es simple y complejo a la vez. No va unido a una inteligencia grande, ni a ser un comunicador arrollador, ni un conversador que deja sin hablar a los interlocutores, ni ser especialmente gracioso, ni ser especialmente brillante. Se nota en cualquier ambiente quién cae bien y quién cae mal, con quién estamos a gusto y con los que deseamos acortar el trato.
A favor de Feijóo cuenta su estilo político educado, lo cual agradecemos todos. Que no haya unas intervenciones de los políticos en que se utilice casi sistemáticamente el insulto o el ataque personal. Confrontar ideas, no atacar a la persona. Las formas importan, y mucho: suelen revelar el fondo.
Con Feijóo no veremos crispación, aspavientos ni insultos. Su modo de ser cae bien. Ya se irá viendo si sus ideas y proyectos nos aportan mucho o no, y ya llegarán las urnas para que los españoles votemos. Por ahora, celebremos la educación y respeto que transmite Feijóo, que ya es una buena noticia, en tiempos en que no son abundantes las buenas noticias.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.