Desde que se han conocido los resultados de las recientes elecciones catalanas se viene especulando sobre la muerte del Procés, basada en el dato incuestionable de que por primera vez desde 1980 - ¡44 años! - los partidos separatistas no suman una mayoría suficiente para gobernar. En efecto, JXCat (35), ERC (20), CUP (4) y Alianza Catalana (2) suman 61 escaños lo que les sitúa lejos de los 68 que necesita la formación gobernante. Ello sin hablar del enfrentamiento que existe entre los cuatro partidos.
¿Es este un argumento suficiente para diagnosticar el fallecimiento del proceso independentista? No parece así por dos razones principales:
En primer lugar, porque en las recientes elecciones, las urnas solo fueron capaces de atraer al 58% del censo lo que dejó a cerca de la mitad de los catalanes sin pronunciarse respecto al Procés. Más de dos millones de ciudadanos mostraron su cansancio y su escepticismo respecto a la política y a los políticos, probablemente debido a la mala administración del último gobierno de Aragonés y a la decadencia de la región, lo que no quiere decir que, si se convence a ese sector de la población que emitan su opinión en el futuro, no se muestren favorables a continuar con el movimiento separatista.
En segundo lugar, porque al menos hasta que se celebren unas nuevas elecciones generales y cambie significativamente el escenario parlamentario nacional, los 26 votos de catalanes, vascos y gallegos-adosados al Sanchismo en el grupo Frankenstein- dan a Sánchez los votos suficientes para gobernar. O se los quitan. De ahí que, gracias a una ley electoral más que discutible, Junts, ERC, PNV, BILDU y BNG sigan desempeñando un papel superior al que representa la población de las tres Autonomías de las que proceden.
Faltan tres semanas para que se celebren las elecciones Europeas. Habitualmente éstas pasan sin pena ni gloria y conocen unos bajos niveles de participación debido a la falsa creencia de que la importancia de sus resultados sobre la vida cotidiana de los españoles y de otros ciudadanos de la Unión, es mínima. Este año, la convocatoria a las urnas del 9 de junio está cobrando gran relieve, no porque de pronto el votante español haya comprendido lo mucho que las decisiones de Bruselas inciden en nuestro bienestar, sino porque de los resultados que obtengan Feijóo, Sánchez, Abascal, Díaz e incluso los partidos independentistas y otros, dependerá el futuro de España. Después del 9/06 se disparará la contención que conozcamos en estas próximas tres semanas. Se desvelará la viabilidad de la Amnistía, el destino de Illa, de Puigdemont y de Junqueras.
También se decidirá si Sánchez sigue o no. Si su estancia en La Moncloa es compatible con la de Illa en la Generalitat, si Puigdemont sigue o se dedica a la pastelería, si Junqueras y Rufián siguen en la política o copian el ejemplo de Aragonés. No parece posible esto último pues no cuentan con el blindaje del ex President, aunque solo lo haya sido durante tres años y por añadidura catastróficos.
Se desvelará también si el Procés vive o fallece. Suele pensarse que las nuevas generaciones pasan del separatismo y que el relevo generacional juega en contra del fortalecimiento del Procés. Tal argumento está por demostrar. La educación recibida por las últimas generaciones, el adoctrinamiento suministrado desde los colegios, universidades y los medios informativos unidos al propio ejemplo familiar, induce a pensar que hará falta más de una generación para corregir los errores cometidos en el último medio siglo.
Ojalá el Procés hubiera muerto pero por el momento sigue vivito y coleando.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.