Me produce pena la poca participación de los padres en los centros educativos de sus hijos. Pena y preocupación, por lo que supone de escasa implicación en algo tan importante como es la educación de sus hijos. El centro educativo procura hacerlo lo mejor posible, defiendo en general la profesionalidad de los directivos, docentes y personal administrativo, pero muchos de ellos lamentan ciertas actitudes por parte de los padres, que defienden sistemáticamente a sus hijos en caso de conflicto, pero que participan muy poco en la vida escolar, que es lo realmente importante, el gota a gota del día a día. Son derechos de los padres y también responsabilidad.
La Generalitat ha presentado los datos de participación de los padres con aire de satisfacción, porque en las recientes elecciones para los Consejos Escolares de 2.120 centros educativos sostenidos con fondos públicos la participación ha aumentado ligeramente, para situarse en un paupérrimo dato: han participado el 14,9%, frente al 13% de 2015.
Todo lo que suponga incrementar este dato es, sin duda, algo positivo. Pero sigue siendo un dato alarmante, negativo, que denota absentismo de los padres en la educación de sus hijos, desinterés. Y no faltan motivos en la Comunidad Valenciana para que los padres se impliquen más ahora, cuando se atacan los conciertos educativos por motivos más que discutibles, cuando hay datos de adoctrinamiento en las aulas, cuando no se respeta el castellano en la educación y, de ese modo, se está empobreciendo la educación, imponiendo progresivamente el valenciano en una sociedad global – ¿dónde trabajarán los que ahora estudian mayoritariamente en valenciano? y, sobre todo, libre. Pero, si los padres se inhiben tan significativamente en las elecciones a Centros Escolares, está fallando lo fundamental, la implicación efectiva de las familias. Luego vienen las quejas, e incluso protestas callejeras, pero la pasividad sigue reinando.
Lamento esta pasividad. En el Consejo Escolar se aprueba el proyecto educativo del centro, las medidas que favorezcan la convivencia, entre otras competencias. ¿Están muy ocupados los padres? Seguro que muchos sí, o piensan que poco tienen que aportar. Pueden y deben aportar mucho: el primer requisito es elegir representantes. Se reitera que la democracia no es sólo votar, sino participar activamente, pero sigue siendo preocupante que ni siquiera se vote. O al menos eso me parece a mí.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.