El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, lanzó la idea de reducir la semana laboral a cuatro días, y que la estaba estudiando la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, como así ha confirmado.
Entre miembros podemitas del Gobierno anda el juego, una vez más con ocurrencias que buscan captar adeptos y votos entre los millones de españoles que no tienen trabajo o ven que peligra, y mucho.
Las sucesivas encuestas de voto que se vienen realizando ofrecen un resultado coincidente: Podemos sigue descendiendo. Eso es buena noticia para los que pensamos que es una formación demagógica y de populismo sectario, pero a la vez es peligrosa, porque puede ser un acicate que incentive en Iglesias y su equipo lo que de verdad saben hacer, que es populismo sectario sin estudio ni rigor.
La solución al problema de empleo es avanzar en crear empleo y que sea de mayor calidad, no repartir el poco que hay entre la población. Es, una vez más, el populismo tardo-comunista de repartir precariedad, en vez de trabajar para incrementar el empleo y que sea de mejor calidad, evitando la temporalidad excesiva.
Además, es otro frente que pone en evidencia la confrontación entre PSOE y Podemos en materias decisivas. No es una cuestión precisamente accesoria. El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, lo ha descartado, porque “no hay margen” para reducir la semana laboral a cuatro días, aludiendo a los niveles de productividad y competitividad de nuestro país.
Lo que ha expresado Escrivá es lo que han expresado todos los agentes sociales que se han pronunciado estos días sobre esta materia, calificando como “ocurrencia” la propuesta de Iglesias, por ser inviable.
Ya estamos acostumbrados a las ocurrencias de Iglesias, pero es que algunas las va sacando adelante por el “prisionero” Sánchez.
Es irreal pretender crear empleo reduciendo la semana laboral a cuatro días, y por supuesto pretender que las empresas paguen lo mismo por cuatro días trabajados que por cinco, o pagando a dos trabajadores a la semana en total lo mismo que se paga ahora a uno.
Voy hablando con venezolanos y cubanos que han huido de su país por el desastre económico, laboral y social. Cuba y Venezuela son el “modelo” de Pablo Iglesias, el objetivo: razones tenemos para temblar, y hace tiempo.
No sólo es ligereza, frivolidad, por parte de Iglesias, sino que es un paso más en su afán por intentar alargar su poder desde el Gobierno para moldear un electorado que le esté teóricamente agradecido, por ese hipotético reparto. Hay un claro peligro en este asunto, no es mera ocurrencia.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.