El sufrimiento y la muerte en las residencias de ancianos durante la pandemia nos golpea a todos, no sólo a los ancianos y sus familias. Un año de cierre y soledad. Una sociedad recibe su calificación moral en función de cómo cuida a los más débiles, que son los niños, los enfermos y los ancianos. Lo que ha sucedido en las residencias de ancianos durante este año sería un buen tema para una tesis doctoral, porque tiene todos los ingredientes: complejidad, colisión de intereses políticos con criterios sanitarios, información sesgada, datos imprecisos ¡que el Gobierno ha facilitado de modo oficial hace unas semanas, tras un año de pandemia! 30.000 fallecidos.
Una sola pregunta basta: ¿cuántos ancianos residentes en los 41 centros de la tercera edad han fallecido en la provincia de Castellón desde el inicio de la pandemia? Se envuelven los datos: en la Comunidad Valenciana han fallecido 1.724, aunque otros dicen que 1.951, en las 334 residencias, que tienen 27.000 plazas: no sabemos cuántas plazas están ocupadas. Es evidente que faltan miles de plazas en residencias, con listas de espera eternas: sólo en la provincia de Castellón se estima que faltan 2.000 plazas. Más de dos de cada tres son privadas ¿alguien sabe cuántos han fallecido en privadas y en públicas, en la provincia de Castellón, en la Comunidad Valenciana o en España? Ese dato se esconde, y no es baladí. Si mis datos o informaciones no son erróneos, las públicas en la provincia de Castellón salen muy mal paradas: tal vez por eso Mónica Oltra y Ana Barceló nunca lo han dicho ni lo dirán.
Ahora ha mejorado la situación de las residencias, tal vez por las vacunas, pero no ha cambiado el régimen de visitas de las familias ni actividades recreativas. Con razón ha afirmado José María Toro, presidente de la patronal de las residencias valencianas (AERTE), que se está generando un “sentimiento de frustración” después de las expectativas tras la vacunación, y Mónica Oltra ha avisado que no va a haber grandes cambios. Yo evito términos como “inmunidad de rebaño” o “desescalada” porque me suenan a que los gobernantes nos tratan de modo infantil y contra nuestros derechos, y hasta con falta de humanidad. Sanidad no recibe a José María Toro. Oltra no da la cara; se ha escondido todo el año. Los ancianos necesitan más afecto, han sufrido mucho, y no parecen ser conscientes Oltra y Barceló, por su frialdad y falta de cercanía respecto a las residencias ¿en cuántas han estado en un año? El personal de las residencias sí está a la altura profesional y humana; los gobernantes, no…`Por ahora.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.