El pacto PSOE-Junts otorgando una amnistía total a los independentistas ¡desde 2012! ha movilizado a la sociedad española, como es lógico. Unos dos millones de españoles se manifestaron el domingo pasado contra la amnistía, en Castellón unos 10.000 en una plaza de la Muralla Liberal abarrotada –también en calles y plazas próximas-, y muchos comparan esta movilización a las máximas que ha habido en la historia de España. Quién sabe, tal vez pasara a la historia como la máxima movilización social en contra del Gobierno, y eso que hoy en día la movilización es en buena medida también a través de las redes sociales, no solamente física. Puigdemont, hasta con escolta ya.
Los españoles estamos movilizados, espantados por la aberración estatal, jurídica y económica, por unos votos de Puigdemont. Se está vendiendo, prostituyendo, lo que no debería ser objeto de mercadeo, que es la Justicia, la independencia de los jueces, la equidad entre los españoles. La tensión es grande, pues hay mucho en juego. Los pocos manifestantes que son violentos están siendo rechazados por los participantes en las manifestaciones, pues toda violencia es reprobable, y además se beneficia a Pedro Sánchez y sus socios, que se presentan como demócratas y respetuosos, a base de desarmar el Estado y dejarnos vendidos a los españoles.
Puigdemont está pletórico. Ha pasado de ser un prófugo en el maletero de un coche, viviendo 6 años en Waterloo, a tener el Gobierno a sus pies. Está en éxtasis. Va destilando ironías y bromas, cuando no estamos para bromas, incluyendo alusiones al Rey Felipe VI: “¿Dónde está el Rey?” Felipe VI intervino con un claro mensaje en aquellas dificilísimas circunstancias de 2017.
Hay tensión, preocupación, y a veces cierto desaliento. Es tan grave lo que está pasando, la barbaridad que se está cometiendo porque Pedro Sánchez quiere seguir en la Moncloa, que el riesgo es desanimarse. Se escucha. Nada importa el desprestigio mundial que estamos generando, y lo que supone eso de inseguridad jurídica, económica, cultural. Por eso, para que esta pesadilla dure lo menos posible, hay que seguir movilizados el tiempo que sea necesario, cada uno en su ambiente profesional o social, del modo que cada uno estime oportuno. Tiene razón Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, cuando anima a seguir con las movilizaciones y no acomodar o resignarse, porque “es hora de salir de la zona de confort”. De paso, reflexionar todos sobre cómo hemos llegado a esta dolorosa situación nos vendría muy bien.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.