Semana Santa

La provincia de Castellón ya ha recibido miles de turistas en estos días, desde el pasado viernes, ya que son vacaciones escolares en otras comunidades autónomas. Basta pasear por Benicássim, por el paseo marítimo de Castellón, para comprobar el reguero de personas que ya nos visitan, y que irá en aumento. Una provincia afortunada y atractiva, pues al clima y el carácter acogedor de los habitantes se suma que, en Semana Santa, hay procesiones y actos abundantes, que permiten compaginar el descanso con vivir la Semana Santa.

En parte, me mueve a escribir estas líneas el hecho de comprobar que algunos colegas escriben estos días con minúscula la que es la semana más grande del año, que tiene el máximo y único sentido religioso, solemne, y por eso me parece que, hasta en el uso del vocabulario, es bueno conservar lo esencial: Semana Santa. Se celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, no la llegada de la primavera ni las vacaciones escolares ni unos días de descanso para muchos, no para todos.

Es evidente que, para algunos son días de vacaciones, viajes, encuentros familiares, descansar, desconectar del trajín diario, sin dar cabida a su sentido cristiano. Hay gente para todo. Sin embargo, aunque la práctica religiosa sigue disminuyendo en España, la Semana Santa parece tener un arraigo tan grande que es como un paréntesis de mirada hacia Dios, de admiración por el mundo sobrenatural. ¿La causa? Indudablemente nuestra cultura cristiana, enraizada durante siglos, generaciones que van transmitiendo de padres a hijos pasos de Semana Santa, procesiones, actos, Velas al Santísimo, Via Crucis… Incluso puede afirmarse que, junto con la menor práctica religiosa, parece aumentar la participación y asistencia a procesiones y actos de estos días. Por su belleza, por su solemnidad, por el respeto, o incluso por curiosidad, tal vez por un conjunto de cualidades. Borriol, Torreblanca… volverán a congregar a miles de personas.

Pese a quien lo niegue, la dimensión religiosa es natural en el hombre, como lo atestiguan civilizaciones antes de Cristo. El catolicismo aporta la fe, una dimensión “sobrenatural” que enriquece, no es un conjunto en contra o paralelo a la naturaleza, sino que sobrecoge, porque excede la razón humana, pero no va en contra, ni mucho menos, aunque algunos pretendan oponer fe y razón.

 En tiempos de ruido y prisa, nos viene muy bien reflexionar estos días. Puede darnos mucha paz, también porque es ocasión de pensar en lo esencial de la vida.

 

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.