El pasado jueves, 15 de junio, en Nules hubo un acto inusual, con ingredientes dignos de resaltar. Todo sucedió en la inauguración oficial de la calle dedicada a José-Jaime Canós, un médico nulense que ejerce en el Hospital de La Plana. Si noticia es algo que se sale de lo habitual, algo llamativo, en ese acto hubo varios aspectos dignos de destacar. Casi un millar de personas en la inauguración de una calle, hasta ahora llamada Rambleta, y ahora Doctor José Jaime Canós. Ya es una cifra considerable, pese al calor. Entre los asistentes, varios cientos de vecinos del municipio, amigos y familiares del Doctor Canós, pero también personas venidas de Madrid, Valencia y otras ciudades alejadas.
El alcalde destacó en su intervención las cualidades que han llevado al ayuntamiento a dedicarle una calle a un vecino de la localidad, a petición de los propios vecinos, y por unanimidad de los partidos políticos con representación municipal. Más iniciativas vecinales tiene que haber, pues las iniciativas no son patrimonio de los políticos, aunque en nuestro país todavía estamos a un nivel más que discreto en la presencia activa de los ciudadanos, no necesariamente unida a los partidos políticos. También por ello es una realidad que alegra.
En el discurso de José Jaime Canós también se escucharon algunas sorprendentes palabras, que responden a realidades. Una de ellas, por ejemplo, es cuando se refirió a su trabajo como médico, y aludió a que se siente bien remunerado, mirando al jefe de servicio que también estaba allí, y pareció asentir. Es muy raro que alguien reconozca estar bien pagado.
Otra realidad que se escuchó de labios de Canós fue la relación con su mujer, Grisel, a la que agradeció todo su apoyo. Al decir que el día más feliz de su vida fue el día de su boda, arrancó un lógico aplauso. Una familia unida desde el mismo día de su boda, y allí estaban los tres hijos, más que orgullosos de una familia real y tangible, no utópica. La sorpresa de no pocos saltó cuando el doctor dijo que no recordaba haber discutido nunca con su mujer, aunque lo suavizó diciendo que tal vez la última ocasión en que discutieron fue hace 20 ó 25 años, mirando a su mujer, que asintió.
Otra sorprendente realidad es cómo narró el doctor su enfermedad, grave, y cómo le ha servido para estar todavía más en la piel de sus enfermos, y de cuantos acuden a él. Dio una lección sobre cómo afrontar una grave enfermedad.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.