El 21 de noviembre de 2014, Juan Meseguer publicaba en ACEPRENSA un artículo titulado “Hombre y mujer: tan distintos, tan complementarios” que comenzaba así: “La familia fundada en el matrimonio es el ambiente idóneo para descubrir lo masculino y lo femenino, dos modos de ser que expresan la riqueza de lo humano. Así lo han defendido representantes de 14 confesiones religiosas en un congreso celebrado en el Vaticano del 17 al 19 de noviembre.”
Hacía referencia a un congreso muy interesante, del que muy pocos tuvieron conocimiento, y que me gustaría comentar, pues creo es un tema que en estos momentos conviene hablar de él.
La lista de ponentes en el citado congreso incluyó desde líderes religiosos como el pastor evangélico Rick Warren; Russell D. Moore, de la Convención Bautista del Sur; Nicholas Okoh, primado de la Iglesia anglicana en Nigeria; o el budista Nissho Takeuchi; hasta intelectuales como la antropóloga musulmana Iqbal Gharbi; la historiadora hindú Kala Acharya; o la socióloga de Harvard Jacqueline C. Ríos.
La variedad de los ponentes reflejó muy bien que “la familia es un hecho antropológico”, como dijo el Papa Francisco en su discurso de inauguración del congreso. De ahí que no tenga sentido “calificarla con conceptos de naturaleza ideológica que solamente tienen fuerza en un momento de la historia, y después caen. No se puede hablar hoy de familia conservadora o de familia progresista: la familia es familia”.
Refiriéndose al título del congreso, el Papa recalcó que la “complementariedad está en la base del matrimonio y de la familia, que es la primera escuela donde aprendemos a apreciar nuestros dones y aquellos de los demás, y donde comenzamos a aprender el arte del vivir juntos. (…) Cada hombre y cada mujer aportan su propia contribución personal al matrimonio y a la educación de los hijos.
Pero hoy la idea de la complementariedad se ve amenazada por planteamientos ideológicos que cuestionan la naturaleza del ser humano como hombre y mujer. Frente a eso, el Papa pidió promover una “ecología humana” que respete el orden de la creación.
Un elemento clave de esta ecología humana es el significado del matrimonio como unión conyugal para toda la vida entre hombre y mujer: “Los niños tienen el derecho de crecer en una familia, con un papá y una mamá, capaces de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva”, dijo el Papa.
Otra intervención muy aplaudida fue la de Jonathan Sacks, ex rabino jefe del Reino Unido, quien dedicó la primera parte de su original ponencia a repasar algunos momentos destacados en el desarrollo de “la idea más bella en la historia de la civilización: la idea del amor que trae nueva vida al mundo”. Desde la perspectiva judía, el matrimonio aparece como una alianza en la que Dios se hace presente a través del “amor entre el marido y la mujer, entre los padres y sus hijos”.
La familia basada en el matrimonio, dice Sacks, resulta asombrosa gracias a lo que ha conseguido reunir: “el impulso sexual, el deseo físico, la amistad, el compañerismo, el parentesco emocional y el amor, la generación de los hijos y su protección y cuidado, su educación temprana y su iniciación en una identidad y en una historia”.
“Rara vez ha logrado una institución entrelazar tantos impulsos y deseos diferentes, tantos roles y responsabilidades. “
Debemos preguntarnos por las razones de esta grave crisis de la Familia que los estudiosos del tema aciertan cuando afirman que “casi todo lo que consiguió reunir el matrimonio ahora se ha dividido. El sexo se ha divorciado del amor; el amor, del compromiso; el matrimonio, de los hijos; tener hijos, de la responsabilidad de cuidarlos”.
“Nuestra compasión por quienes eligen vivir de forma diferente –dijo Sacks– no debe inhibirnos de defender la institución más humanizadora de la historia. La familia formada por hombre, mujer e hijos no es una opción de estilo de vida entre muchos. Es el medio mejor que hemos descubierto para educar a las futuras generaciones y para que los niños crezcan dentro de una matriz de estabilidad y de amor”.
El broche de oro del congreso lo puso la lectura de una declaración titulada “Una nueva afirmación del matrimonio”. Con un lenguaje poético, el texto aborda el mismo problema que algunos juristas conocen como el proceso de privatización del matrimonio.
Rafael Navarro-Valls, catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, advirtió hace años sobre el proceso de erosión que estaba sufriendo el modelo matrimonial de Occidente: “Después de vaciada la nota de estabilidad a través del llamado “divorcio exprés”, debilitada la finalidad procreativa del matrimonio por la denominada “medicalización de la sexualidad” vía píldora, o alterada la nota de “formalidad” a través de la desformalización formalizadora en que se han instalado las uniones de hecho, …
En España, este proceso de vaciamiento del concepto del matrimonio se desencadenó con la reforma del Código civil de 1981 que legalizó el divorcio, y se consumó con la ley del “divorcio exprés” y la que permite casarse a las personas del mismo sexo, aprobadas ambas en 2005.
“Estas reformas han deconstruido el matrimonio civil”, afirmaba hace años Carlos Martínez de Aguirre, catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Zaragoza. “La historia del matrimonio civil en los últimos años es la crónica, con algo de elegía, de cómo una figura por la que en determinados ambientes jurídicos y sociales se luchó durante largo tiempo (un matrimonio civil con sustantividad propia, no meramente subsidiario ni tributario del modelo canónico), una vez conseguida, ha ido siendo desprovista de su contenido caracterizador hasta hacerla prácticamente irreconocible”.
Seamos el eco de lo que pidió el Papa en dicho congreso: “promover una ecología humana” que respete el orden de la creación.
Mª Ángeles Bou Escriche es madre de familia, Orientadora Familiar, Lda. en Ciencias Empresariales y profesora