En unos momentos de incertidumbre y cambios políticos en Europa, nos queda la curiosidad de qué resultados electorales se hubieran producido de haberse celebrado las elecciones generales el pasado domingo, el 18-D. Al margen de que la mayoría hemos recibido como buena noticia que no hubiera una tercera convocatoria en un año.
Se han publicado encuestas de qué hubieran arrojado las urnas el 18-D, y parece lógico: el PP subiría en diputados, Podemos pasaría al PSOE y Ciudadanos se mantendría. Pero ya digo que “parece”, pues las urnas podrían habernos deparado sorpresas.
Soy de los que no he acertado en el referéndum del Brexit –pensaba que no triunfaría– ni en las elecciones norteamericanas, en las que estaba convencido de que ganaría Clinton y no Trump. Se ve que no valoraba el clima de cambio que había en Gran Bretaña y en Estados Unidos, aunque me consuela que soy de la mayoría.
Con esos fallos de previsión electoral que menciono, casi me echo para atrás al escribir estas líneas. Lo que más me sigue asombrando del Brexit es que David Cameron no había previsto la posibilidad de que triunfara el Brexit: cuando me lo dijo en verano un español que vive en Gran Bretaña, citando a un funcionario inglés que estaba trabajando en las consecuencias del Brexit tras el referéndum, que el gobierno inglés no tenía nada estudiado si salía adelante el abandono de la Unión Europea, no me lo podía creer. Semejante imprudencia de David Cameron me resulta asombrosa, de una negligencia inusitada. Luego hemos comprobado que era cierto: no tenían estudiado qué pasaría si ganaba el Brexit.
¿Y qué hubiera pasado el 18-D en España? No sé si Podemos hubiera alcanzado el lugar de “oposición”, superando al PSOE, pues las luchas internas del partido de Iglesias podrían haberle pasado factura ya, y máxime cuando en el PSOE se está llevando a cabo la tarea de recomponer el partido, con zozobras eso sí.
Había hartazgo entre los españoles hacia los partidos políticos, y ese clima puede provocar resultados imprevisibles. El sentimiento general era de que “haya gobierno ya”, como así fue, sin unas terceras elecciones. El PP y Ciudadanos podrían gobernar con mayoría absoluta, según las encuestas. Si el PP no hubiera sufrido los casos de corrupción –y que debía haber atajado mejor y antes-, el 18-D podría haber sacado bastantes más diputados de los que las encuestas pronosticaban. Pero son ojalás, la realidad es que le ha pesado la corrupción, más que la gestión de la crisis económica.
Ciudadanos está en plena fase de refundación estatutaria y viviendo su crisis interna, a la que se suma la espectacular disminución de afiliados en año y medio. Según datos que me llegan, en algunos lugares Ciudadanos tiene ahora la décima parte de afiliados que hace año y medio. Eso es caldo de cultivo para sorpresas.
Podemos está en ebullición, con la pugna entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, con Juan-Carlos Monedero avivando el incendio con sus declaraciones. No sé si hubiera sobrepasado al PSOE el 18-D, tengo dudas tras lo que he ido hablando con votantes indecisos, votantes socialistas de toda la vida y colegas periodistas, manifestando la impresión de que los españoles no quieren a Iglesias como líder de la oposición, pese a que el PSOE ahora está descabezado… a la espera de que llegue Susana Díaz (espero no equivocarme esta vez).
Son hipótesis y consideraciones de política-ficción, porque no hubo elecciones. Pero con los casos del Brexit y de Donald Trump, estoy escaldado –como muchos– a la hora de hacer predicciones. E incluyo, por supuesto, las diversas encuestas que se publican y que se publicarán, pues su campo de actuación es unos cientos o miles de ciudadanos, pero una muestra que, en tiempo de cambio, puede deparar muchas sorpresas.
En todo caso, espero que muchos lectores de estas líneas estén celebrando que les toque la lotería de Navidad. A todos los lectores, ¡feliz Navidad!
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.