Los colegios de Fomento Miralvent y Torrenova, ubicados en Betxí, están celebrando el XXV aniversario. Es un número de años que evoca solidez, arraigo y, a la vez, un empuje reciente, que inspira confianza en la iniciativa social y familiar. La enseñanza, la educación en sentido amplio, es la mejor inversión de una familia, y habitualmente se recoge buena parte de lo que se siembra, siempre con unas coordenadas que exigen dedicación, optar por la calidad y no por la facilonería, presididas por la libertad. Sin libertad, no hay iniciativa para poner en marcha unos colegios porque un buen número familias de la provincia de Castellón quieren un tipo de educación para sus hijos, para consolidarlos, para responder a los cambios sociales con una constante actualización, de modo que los alumnos asimilen para toda su vida esa formación escolar.
Miralvent y Torrenova han empezado esta celebración con una Misa de acción de gracias, el pasado sábado, 2 de abril, en la concatedral de Castellón, que presidió el obispo, D. Casimiro López. Más adelante, continuará la celebración con actos culturales y festivos. Es significativo que la celebración de este aniversario, siempre ocasión de balance y proyección para el futuro, haya empezado con una Misa. Algo lógico, cuando se trata de colegios que, como expresó el obispo, educan con una inspiración cristiana, de acuerdo con “los principios antropológicos y didácticos de la Doctrina de la Iglesia”, que forma parte esencial de una educación que miles de familias han deseado y desean para sus hijos. Una educación de calidad, con el sello pedagógico de que es personalizada, que incluye la formación cristiana.
Entre el medio millar de asistentes a la Misa, se evidenció una formación cristiana arraigada, junto a la gratitud hacia el grupo promotor de estos colegios, cuyos miembros estaban presentes y felices por ver hecho realidad lo que parecía un sueño hace 25 años. Había alegría, mucha alegría, con la satisfacción de comprobar que es un tipo de colegios con solera familiar y con antiguos alumnos orgullosos de serlo. Muchas caras reflejaban un “vale la pena” hondo, real: vale la pena el esfuerzo, el proyecto que tienen, superando no pocas dificultades, la comodidad y la pasividad. Había muchos niños y no pocos carritos de bebé - futuros alumnos -, que asombrosamente siguieron la ceremonia en silencio: no es un milagro, pero casi, acorde con la alegría reinante. Todo lo que vale cuesta, y la enseñanza con ese ideario cuenta cada vez con más partidarios. Son familias que creen en la libertad y asumen sus riesgos. ¡Enhorabuena a los dos colegios!
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.