Las redes sociales están que arden contra Mónica Oltra. La mayoría expone su enfado por lo que Oltra defendía cuando estaba en la oposición y lo que ahora pretende, que es no dimitir pese a ser imputada.
Además, por mucho que algunos intentan suavizar la imputación alegando que “no ha robado”, las contestaciones son, lógicamente, mucho más duras: tapar el abuso sexual a una menor tutelada, implicando al personal de la Consellería, intentando descalificar y hundir a Maite -la menor que sufrió los abusos- por todos los medios, recibe duros calificativos como “sinvergüenza” o “asco”.
Sin embargo, hay un calificativo que nadie –que yo sepa– le ha adjudicado a Mónica Oltra, y es el más apropiado: cínica. Basta ir al Diccionario de la Real Academia de la Lengua, para leer que cínica es la persona que “actúa con falsedad o desvergüenza descaradas”. El cínico es quien presenta como algo bueno lo que para los demás merece desaprobación.
¡Oltra dice que no dimite para preservar la democracia y luchar contra el fascismo! ¡Que se trata de una cacería política, cuando hay unanimidad en jueces y fiscales! ¡Que se está cuestionando la profesionalidad de cargos y empleados de la Consellería! Es un ejercicio netamente cínico, de libro.
Y el colmo es la “fiesta” del pasado sábado en Valencia, con Joan Ribó, Joan Baldoví…, ante un millar de militantes o votantes de Compromís: quien más saltaba, reía y manifestaba que estaba de fiesta y celebración era Mónica Oltra, a los dos días de haber sido imputada. Nunca se había visto: alguien imputado, y por un caso tan “asqueroso”, que reacciona de modo festivo.
Con razón Ximo Puig ha dicho que él no está para fiestas, tras lo sucedido el sábado, y sobre todo la imputación conocida el pasado jueves. Cada día que Mónica Oltra sigue en sus cargos, el PSPV pierde votos, y Puig es muy consciente: Oltra no dimite, Puig no le cesa, Compromís le dice que si le cesa se romperá el gobierno tripartito.
Puig prisionero de Oltra, es la imagen que muchas veces se ha criticado, pero ahora es un altavoz. Para colmo, los resultados del 19-J en Andalucía son un claro aviso a Puig: si alguna vez se ha planteado adelantar elecciones, ahora lo descarta, porque el nuevo PP de Feijóo parece imparable, con un centrismo sereno y tranquilo.
Por supuesto que la Comunidad Valenciana es distinta a Andalucía. Aquí Ximo Puig llegó a la Generalitat por la corrupción de unos años del PP, pero ahora tiene que afrontar la corrupción socialista en el ‘caso Azud’, las subvenciones del hermano de Ximo Puig, la imputación de Oltra, y una gestión económica y sanitaria impresentables.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.