En ciertos sectores, y no solamente entre los líderes del PP y Vox, dan por hecho que las próximas elecciones generales de España las perderá Pedro Sánchez y no gobernará, o lo que es lo mismo: que PP y Vox podrán gobernar.
Insisten en el hartazgo ciudadano, los insultos que recibe allá donde va, las mentiras, la nefasta política económica en unos tiempos tan difíciles como los actuales, y hasta en las encuestas.
No lo veo, ni mucho menos, tan claro. Si aludimos a las encuestas y sondeos, hay una polarización que, profesionalmente, me apena: en los medios de comunicación de ideología de centro y derecha, holgadamente podrían gobernar PP y Vox; en los medios de comunicación de izquierdas, que Pedro Sánchez podría seguir gobernando por la caída de Vox.
Ante las encuestas, la percepción es que muchos medios de comunicación se prestan a lo que sus lectores quieren leer, o la publicidad institucional o financiación que reciben. Y no hablemos de los denominados “sondeos internos” de los partidos: se dan a conocer los que interesan, en absoluto los que no interesan, por lo que su credibilidad es casi nula.
Parece cierto que hay un sector de votantes que, ante la duda, se decantan por el “caballo ganador”: que su voto sirva para el partido que se dice que va a ganar, que se sienta útil al votar.
Sin embargo, hay tal proliferación de encuestas que pueden ser contraproducentes, y que se manifieste un rasgo en el votante que es el de fastidiar a lo que dicen las encuestas, porque no son de fiar, o simplemente porque no se quiere actuar al dictado como un títere. Vamos, que llevar la contraria a las encuestas puede tener su cuota de votantes.
Pedro Sánchez puede continuar, pese al auge en las encuestas de Alberto Núñez Feijóo, con su talante tranquilo, sereno y alejado del insulto. Pedro Sánchez, sin embargo, sabe que su fortaleza es precisamente su debilidad: puede pactar con cualquiera, y el PP no, pues únicamente podrá contar con Vox ante la evidente desaparición de Ciudadanos, en donde Inés Arrimadas no sabe si se presentará.
Ciudadanos está muerto. A los cadáveres se les entierra, no se les intenta resucitar, porque eso es tarea divina.
Pedro Sánchez ha demostrada capacidad para volver a hacerse con el PSOE tras ser expulsado, no le afectan los insultos y ahora está volviendo a la calle para dar una imagen de cercanía. No le importa aceptar propuestas del PP para la economía, y de paso puede esgrimir el argumento de ¿qué aportaría el PP gobernando, si sus fórmulas de gestión económica las adopto, y en cuestiones de derechos sociales la gente está con el PSOE?
El PP se equivocó pidiendo el “cara a cara” de Sánchez y Feijóo en el Senado el pasado martes. Por la diferencia de tiempos adjudicados, porque no le importa al presidente del Gobierno bajar al barro, porque necesita seguir gobernando con Podemos e independentistas y prácticamente se rió de la oferta de Feijóo de que los deje y acepte un pacto de legislatura con el PP.
A mí, honradamente, no me preocupa tanto Pedro Sánchez, pese a toda su incompetencia-sectarismo-mentiras, cuanto el PSOE y los españoles: le auparon, le sostienen…y pueden seguir manteniéndole en la Moncloa, que tanto le gusta, repartiendo cargos a amigos, dando Ministerios a quien se los pida y con su Falcon para lo que quiere.
El acto con 50 ciudadanos en la Moncloa, en vez de empezar el curso con empresarios o líderes de la sociedad civil, es una más. Si alguien pensaba que entre ellos habría imparcialidad, que siga con su ingenuidad. Elegidos al azar… había una retahíla de cargos y militantes socialistas.
Para permanecer en el poder, Pedro Sánchez hará lo que estime necesario, pues es su ideología dominante, y ahora está mostrando esa determinación de que quiere ganar las próximas elecciones.
Difícil tarea para echar del Gobierno a Pedro Sánchez, sin utilizar sus armas. Pero el peor enemigo para el PP es dar por hecho lo que le llega en la calle o le dicen algunas encuestas, el exceso de confianza. ¡Falta más de un año!
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.