CaixaBank ha comunicado on line, en el buzón de la cuenta corriente, el 11 de octubre a sus clientes el cambio de condiciones. Obsérvese la fecha: en pleno puente, antes de la fiesta del Pilar, no parece que buscando la recepción clara e inmediata por parte de los clientes. Ya no es una buena señal actuar con nocturnidad o aprovechando desconexiones vacacionales.
El banco que preside José Ignacio Goirigolzarri tiene ahora 20,7 millones de clientes, habiendo perdido más de 400.000 tras la absorción o fusión con Bankia. Asumían que, con esa integración, habría una cierta pérdida de clientes.
Con ese volumen, CaixaBank viene haciendo y deshaciendo desde noviembre de 2021, en se integraron plenamente los servicios de Bankia. Avisaban que se mantendrían condiciones, aunque todos sabíamos que eso en un banco es casi más fluctuante que las palabras de un político: lo que hoy es, hoy mismo puede dejar de ser, y no digamos mañana, porque los bancos son una búsqueda incesante de beneficios que juegan con la inercia, la ignorancia o la indefensión de millones de clientes.
Sin embargo, lejos de mí la demagogia en torno a los bancos, como la que se quiere imponer desde el PSOE y Unidas Podemos. El famoso impuesto a la banca es, siempre, un impuesto a los clientes: parece que hay quienes no quieren reconocer su ingenuidad. Todo aumento de impuestos recae en los clientes a muy corto plazo, no en un hipotético GRAN CAPITAL, y desde luego no teniendo presente el número considerable de pequeños y medianos accionistas que tienen esos bancos. Llamar capitalista a una viuda que tiene acciones en el Banco Santander o BBVA es, cuando menos, ligero.
Si en cierto sentido la banca somos todos, porque de sus servicios nos beneficiamos o perjudicamos todos, y porque hay una parte importante de pequeños y medianos accionistas, hay situaciones o actuaciones de la banca que deben sopesarse, porque repercuten en su mayor o menor prestigio corporativo.
Volviendo a la Comunicación del cambio de condiciones que ha efectuado CaixaBank con fecha 11 de octubre, dice que los cambios son “mejores prácticas del sector en materia de transparencia y seguridad”.
En varios casos –y la entidad ha publicado unos cuadros para comparar los cambios– se aumenta el precio de los servicios, palabra que no deja de ser equívoca en este terreno, puesto que es un negocio en que no cabe la negociación, sino la aceptación… o cancelar la cuenta e irse a otro banco.
CaixaBank modifica el descubierto, el interés de demora, los costes de gestiones de reclamación, y acierta el lector plenamente si piensa que los aumenta. ¡Sería una noticia propia de los Santos Inocentes que los bajara algo!
Los descubiertos e impagos en un banco se pagan caros. Cuando los bancos se planteen indemnizar a un cliente por negligencia grave en cobrar, por ejemplo, unas pensiones o el sueldo, supongamos que con el mismo interés que ellos cobran, sería para tirar cohetes.
Por supuesto que los directivos de los bancos son los que velan continuamente por su negocio, y abundan los buenos profesionales. Los abusos son reconocidos, en voz muy baja, por los empleados o jefes muy cercanos a los clientes, porque los que deciden de verdad no tienen contacto directo con los clientes.
Redundaría en mayor prestigio y hasta calidad de los bancos que empezaran a admitir que, cuando son errores de ellos como es el caso de impedir el cobro de unas pensiones durante un mes por un fallo del banco, lo justo sería indemnizar al cliente, hasta calculando el tiempo que el cliente ha tenido que perder en resolver ese deficiente “servicio”, y con el mismo interés de impago que cobra el banco. O cuando ha hecho un cargo indebido el banco: que indemnice, pidiendo disculpas de paso, porque el lenguaje de un banco ha de ser económico y humano, aunque de esto último algunos no se percaten.
CaixaBank sí ofrece, ahora, un refuerzo de las medidas de seguridad. Los clientes lo agradecen. Las estafas bancarias, por llamadas telefónicas o por internet, se han multiplicado, y no es una impresión: lo dicen los que trabajan en bancos, que en muchos casos se asombran también de la ingenuidad de ciertos clientes en proporcionar cuantos datos pide el estafador, pero reconociendo también la habilidad de los estafadores.
Era notorio que sobraban bancos y sucursales en España. Era necesaria una reorganización y supresión de sucursales, en buena parte debido a la digitalización. Sobraban sucursales y empleados. Los bancos han de tener presente que, de su buen hacer y de planteamientos que fortalezcan su prestigio-honradez-justicia, depende que triunfen medidas demagógicas o populistas.
CaixaBank no remunera por el dinero en cuenta corriente. Otros bancos ya lo hacen. Los clientes de más edad piden a un hijo o cuñado que les lleve la cuenta corriente. Esos hijos pueden acabar hartándose y marcharse a otro banco, que ni cobra comisiones por mantenimiento ni por tarjeta.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.