Las obras de la Avenida Lidón superan todos los calificativos de enfado, esperpento e indignación. Ha habido manifestaciones de vecinos, que no han servido para nada. Como una apisonadora, las obras siguen avanzando, a la vez que aumentan las molestias y la indignación. La pregunta es siempre la misma: ¿Qué sentido tiene gastar más de 3 millones de euros en unas obras que nadie pedía y perjudiciales para comercios, colegios y vecinos? Que le pregunten, por ejemplo, a los directivos, familias y alumnos del colegio de la Consolación, con 1.200 alumnos.
La pregunta es recurrente. ¿Por qué y para qué las está llevando a cabo el ayuntamiento de la capital de La Plana? No parece razón suficiente que la mitad se pague con fondos europeos. La respuesta que suele aportarse es porque el ayuntamiento quiere parecer moderno, progresista, sostenible, con unas obras que dificultan y restringen el tráfico de coches, cara a las elecciones de 2023. ¿Esas obras dan votos? Creo que quitan.
Los perjuicios económicos a los comercios de la Avenida Lidón son evidentes. Las molestias al colegio de la Consolación son atronadoras, y también se verá perjudicado una vez acabadas las obras, al permitir un solo sentido en una avenida que tenía tráfico fluido teniendo los dos sentidos. Tal vez hayan fallecido algunos animales por la contaminación existente en esa avenida, y los ciudadanos no nos hemos enterado, pero el ayuntamiento tiene más datos y puede que esté velando por nuestra salud sin saberlo.
Tampoco me consta que el tráfico de Avenida Lidón fuera causa de daños en la salud de personas, ni mayores ni bebés, pero ya digo que el ayuntamiento debe tener unos datos rigurosos para acometer unas obras innecesarias a los humildes ojos de todos los ciudadanos. El único “pero” es que la otra mitad de las obras se paga con nuestros impuestos y tasas, por lo que un consistorio abierto a los vecinos debe ser transparente.
Lo nefasto suele afectar a los aledaños. La Avenida Calderón de la Barca era del aplauso de vecinos y viandantes. Pues bien: han quitado carriles de circulación a los coches señalizando unas plazas de aparcamiento en las que casi cabe un autobús ¡todo sea para impedir que puedan circular dos coches! Una avenida que holgadamente siempre han aparcado hasta ahora los coches. Las obras de la Avenida Lidón esconden muchos misterios, o ninguno, según se mire. Como me decía uno de los obreros, “serán inútiles, pero nos dan trabajo a los operarios”. Por esa razón, un museo de lagartijas o de mariposas tendría más sentido y no molestaría a vecinos y comercios.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.