El Corpus solemniza el culto a la Eucaristía. Es la conmemoración religiosa que goza de mayor tradición y raigambre en el antiguo Reino de Valencia por su simbología histórica y espectacularidad. La exhibición de la Sagrada Hostia en ceremonial procesión a partir del siglo XIV se convirtió en un acto religioso-cívico suntuoso en ciudades y villas valencianas. Desde el año 1355 abunda la documentación que confirma la celebración de esta solemnidad con gran boato, como testimonian las fuentes archivísticas de los “Manuals de Consells”, los “Libres de Clavería Comuna”, la Colección de “Letres Missives”, el “Libre de Certificacions”, “Libres Judiciaris”, “Libre de Actes”, etc., dichos documentos que se conservan en el Archivo Municipal de Valencia (AMV).
La fiesta del Corpus ha enriquecido el patrimonio cultural valenciano. En Valencia surgió de una propuesta del obispo Hugo de Fenollet al Consell municipal para homenajear al Santísimo Sacramento.
En los libros de Clavería Comuna se registra, con precisión, los elementos simbólicos que participaban en la procesión. De esta documentación y del contenido de Els Manuals de Consells de la ciudad de Valencia se extrae que ya a principios del siglo XV la celebración del Corpus era una fiesta plenamente institucionalizada.
En el transcurso de los años, concretamente desde 1355 hasta 1506, el acto más emblemático de la fiesta, la Procesión, se oficiaba por la mañana, después de finalizada la Santa Misa. A partir de esa fecha la celebración se trasladó a la tarde. Asimismo, la estructura y organización del acto tuvieron modificaciones, pero sin afectar a la esencia del rito religioso y a la participación ciudadana.
Los actos procesionales, propios de la festividad, se fueron generalizando por todo el Reino. El “Corpus” simbolizó un acto de adoración a la Eucaristía. Pronto numerosas poblaciones valencianas comenzaron también a celebrar fiesta. La ciudad de Morella tiene constancia que ya la celebró en 1358. En dicha población se instituyó poco después de su conquista cristiana la “Confraría del Santissim Sacrament”. El papa Eugenio IV, en 1433, otorgó a esta cofradía indulgencias a los que asistieran a la procesión del Corpus y acompañasen al Santísimo cuando el viático era llevado a los enfermos. Del año 1333 son las “Ordinacions” de la Cofradía de Nuestro Señor Jesucristo y la Vera Cruz de Xátiva, y en 1406 ya están consignados gastos en la administración municipal para sufragar la fiesta del Corpus. En Orihuela está datada esta festividad en 1400. El papa Martín V concedió una bula, en 1428, que se conserva en el archivo de la Catedral de Orihuela, en la que se otorga el privilegio de aumentar las indulgencias dadas por Urbano IV a quienes participasen en la celebración del Corpus. En dicha ciudad se dispuso la construcción de ocho “Roques” para la conmemoración del Corpus en 1462. En Castellón la documentación refleja que ya se celebraba en 1409. Segorbe, sede episcopal, tuvo una gran tradición esta conmemoración. En la ciudad de Alzira la documentación del Archivo Histórico Municipal testimonia los acuerdos y deliberaciones sobre la procesión del Corpus desde el siglo XV, y otras ciudades importantes valencianas como Burriana, Algemesí, Gandía Elche y Alicante también realizaron actos religiosos para festejar la celebración del “Corpus Christi”.
La Devoción al Misterio Eucarístico se difundió con la veneración del Santo Cáliz de la Cena en nuestra catedral desde el año 1437. El fervor de los valencianos, nacido de los más profundos sentimientos, hizo que se realizaran lujosas custodias, surgieran rivalidades entre cofradías para organizar actos, se representaran escenas bíblicas en las procesiones, se convocaran concursos poéticos, construyeran “roques” o carros triunfales, se danzaran bailes ceremoniosos, se difundieran leyendas del Santo Grial, etc.
Los entusiastas de la celebración del Auto eucarístico afirman: “de la festa la vespra”, pues la víspera era un día de manifiesta alegría en la que los “jurats” anunciaban, vestidos de gala y siguiendo el itinerario de la procesión, la celebración del Corpus, convidando “el capellà d’honor” a participar al pueblo en los festejos. La conmemoración afectaba a todo el tejido social y a la vida cotidiana: se hacía correr toros ensogados por las calles, cesaba la actividad de los tribunales, de los “obradors”, etc., y una ingente multitud de ciudadanos de la capital y de poblaciones cercanas esperaba al alba, con gran júbilo, el inicio del día del Corpus.
Imagen: Santa Cena del Retablo del Colegio Corpus Christi de Valencia. Obra de Francisco Ribalta (1555-1628)
José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia,
Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de
Plata de la Ciudad de Valencia.