Santiago Abascal decidió el pasado jueves romper los pactos de gobierno con el PP en cinco comunidades autónomas y el apoyo en una sexta, Baleares. Motivo alegado: los 347 menas, menores no acompañados, que es una excusa circunstancial.
Casi todo el mundo pensaba que era una amenaza para asustar. No parecía motivo suficiente, y menos a un año escaso de haber logrado esos pactos, que ya de por sí fueron laboriosos. Pero algunos, conociendo a Abascal y su modo totalmente vertical de dirigir Vox, por si acaso ya empezaron a preparar un “plan B” si llevaba a cabo su amenaza.
Si en algo coinciden los que pertenecen a Vox, a cualquier nivel, es que “todo se decide en Madrid, y Madrid es Abascal”. Desde luego, la democracia interna en los partidos políticos deja mucho que desear, pero en Vox es alarmante, ha sido alarmante y, para muchos, un motivo para no entrar o alejarse de Vox, porque no se escucha ni a los votantes ni a los dirigentes.
¿A quién escucha Abascal, quién es su mano derecha? Yo pensaba que, al fichar a Montserrat Lluís hace un año, para su núcleo duro en Madrid como Vicesecretaria de Acción de Gobierno, con la función de servir de nexo con el poder territorial y en la práctica como jefa de recursos humanos en Vox, iba a ejercer una sensatez palpable y de peso. Esta periodista, que fue adjunta al diario ABC, directora general de COPE y Trece TV, tiene un valioso bagaje profesional, perspectiva y profundidad. No ha sido suficiente.
Abascal ha tomado la drástica decisión sin escuchar a los líderes autonómicos. Así se entiende el incesante goteo de bajas en los cargos de Vox de esas comunidades autónomas, Aragón entre ellas, las críticas por esa decisión y la continuidad en el cargo de acuerdo con el PP.
Por supuesto que Abascal habrá tomado la decisión, como lobo solitario políticamente que es, porque piensa que es lo mejor para el partido. O para él, porque no hay que dar por supuesto el altruismo: cuando envió a Macarena Olona a Andalucía, algunos de Vox hablaron claramente en privado –porque en público hubieran firmado su defunción política conociendo a Abascal– de que se la quiso quitar de encima para que no le hiciera sombra. La envió al precipicio ¿pensando en el partido o en él?
Abascal debería haber explicado los motivos reales de la ruptura, que no son los menas. Debería haber sido valiente ante una decisión de tanto calado. Todo son suposiciones ante su silencio: enfadado en los gobiernos autonómicos con el PP, probable proximidad de un adelanto de elecciones generales, disminución de votos a Vox en las últimas elecciones, la irrupción de Alvise Pérez y su Se Acabó La Fiesta, auge de Le Pen en Francia, reafirmar el núcleo ideológico de Vox ante la sociedad para crecer.
Puede ser una suma de todos esos motivos, que Abascal no ha tenido la valentía de explicar. Sin embargo, lo que ha logrado como efecto inmediato es dividir a Vox, y eso suele ser un mal presagio. Si ya muchos desecharon cargos que le ofrecían desde Vox hace un año, por temor a embarcarse en una tarea de más que dudosa duración conociendo a Abascal, y por posturas extremas –muchas veces en las formas– que se distancian de buena parte de la sociedad, ahora Vox sudará más todavía para ilusionar a sus cargos o para fichar profesionales competentes.
Abascal debe aprender, todavía, que la línea recta no es el mejor camino siempre para llegar a un destino, y que la política exige negociar, ceder, escuchar, crear equipos, y que todo ello es compatible con tener principios. El problema, y muy gordo, es que esgrima como principio absoluto los 347 menas. Nadie se lo cree y por eso aumenta la desconfianza hacia Abascal y, por extensión, a Vox.
Abascal se ha equivocado. La mayoría de los españoles, desde hace tiempo, tiene una idea predominante: echar a Sánchez, y sobre todo por la amnistía y las claudicaciones independentistas, por no mencionar las judiciales y un Tribunal Constitucional que anula ¡las sentencias por los EREs de Andalucía! Dani Carvajal en Moncloa ni le miró.
Cuanto contribuya a dividir al voto de centro derecha, juega a favor de Sánchez. Lo que Abascal ha hecho, a corto y medio plazo, va a favorecer al PP y a vaciar Vox, en vez de fortalecerlo. De hecho, Génova tiene datos de que, en cuatro comunidades autónomas –Extremadura, Murcia, Castilla-León y Baleares-, ahora el PP sacaría mayoría absoluta; en Aragón y en la Comunidad Valenciana, subiría el PP, pero sin lograr esa mayoría absoluta, teniendo que alcanzar acuerdos con alguna fuerza política.
Presagio mal futuro para Vox. No sé si será otro globo pinchado como Podemos y Ciudadanos, pero va camino de serlo. Abascal es el responsable. ¡España no es Francia, ni en política ni el fútbol! España es diferente en muchas cosas.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.