En Brasil hay ahora más de 10.000 incendios forestales. No le sobra ningún “cero” a la cifra que doy, y comprendo que el lector puede mostrar extrañeza y una considerable ignorancia sobre esta catástrofe. Ola de calor, personas ya detenidas por provocarlos.
Como periodista, también me asombro de la desinformación que hay en España sobre esto, que no es nuevo en Brasil. Con tantos medios como nos ofrecen las nuevas tecnologías, parece como si fuera algo sin importancia, accesorio, irrelevante, mientras nos volcamos en noticias muy anecdóticas, o que reflejan nuestra superficialidad.
Brasil, un país con 217 millones de habitantes y una superficie de 8,5 millones de kilómetros cuadrados –prácticamente es un continente-, con gran crecimiento económico y peso mundial, parece no existir en nuestros medios, salvo por sus playas famosas como Copacabana o Búzios, o por los futbolistas brasileños.
Gracias a la globalización económica e informativa, es posible obtener información de primera mano de colegas y amigos. Es lo que ha sucedido en este caso, en que me han enviado imágenes y datos de lo que está pasando ahora en Brasil.
¡Llevan 10 días sin ver el sol en zonas costeras por la inmensa nube de ceniza originada por los miles de incendios forestales, y nunca habían visto algo similar! Más de la mitad del país sufriendo las consecuencias de estos incendios. Me envían una imagen de cómo amaneció hace dos días Copacabana, totalmente cubierto, sin sol.
Me afirman, desde la costa: “Aquí todos estamos enfermos, con dolor de garganta, problemas respiratorios. La polución es máxima: tiñó el cielo de color naranja, parecía el apocalipsis. El próximo negocio en Brasil va a ser de filtros de aire”.
Esta información de primera mano, totalmente fiable, la ha recogido un diario italiano, “La Repubblica”, que el 1 de septiembre informaba que partículas tóxicas cubrían la capital, Brasilia, y que se han extendido a Río de Janeiro y Sao Paulo. Además, aporta un dato: este agosto se han registrado 28.697 incendios en la región amazónica, un 38% más que el promedio de los últimos diez años, y la cifra mayor de incendios en 2024 hasta el 27 de agosto desde 2010.
Brasil, el Amazonas, es uno de los mayores pulmones del mundo. ¿Dónde están las voces de los ecologistas ante esta catástrofe, que lleva ya años produciéndose, y ha ido a más? Ahora en Brasil parece que se achaca a la sequía de este año, pero los incendios son debidos a la deforestación salvaje de años: antes no había sequía, ahora sí.
Tal es el nivel de polución en tierras brasileñas que, según parece, está habiendo problemas respiratorios. Tampoco la OMS está emitiendo comunicados y alertando. Se apunta a que hará falta instalar filtros. Ni ecologistas, ni médicos, ni periodistas: un silencio mundial más que sospechoso.
Hace unos años, Televisión Española, una vez más haciendo gala de sectarismo informativo, ya dictó su sentencia. Era todo consecuencia de la política económica del presidente Bolsonaro: la selva amazónica brasileña agonizaba desde que Bolsonaro llegó al poder en 2019, eliminando bosques, poniendo en peligro a cientos de comunidades indígenas, todo según Televisión Española, claro está.
La acusación a Bolsonaro era tajante: “todo ha sido planeado, fomentado y ejecutado por el gobierno de Bolsonaro”. La corrupción, la industria de la tala ilegal, la minería ilegal –por ejemplo, del oro-, los cazadores furtivos eran los culpables de esos incendios.
La esperanza parecía cifrarse en el regreso de Lula da Silva. Un político de izquierdas que pusiera orden ante semejante catástrofe propiciada por Bolsonaro, según se decía.
Ha regresado Lula da Silva, y estos son los resultados. ¿Por qué la prensa mundial, en su mayoría, oculta esta información, y callan ecologistas y pregoneros de catástrofes ambientales, y en general toda la izquierda? Datos y catástrofes no deberían depender del color político de turno, pero la realidad dice lo contrario.
Ahora siguen existiendo esas prácticas destructivas, como se reconoce por fuentes independientes, pero casi todo se achaca al cambio climático. El Gobierno de Brasil asegura ya que tiene la “fuerte sospecha” de que esta ola de incendios es fruto de una acción criminal orquestada. Esperemos que de la sospecha pase a la investigación, la información y las detenciones correspondientes.
Los incendios en Brasil son provocados en gran parte, parece que por sectores agrícolas, ganaderos y empresarios ilegales, aprovechando las olas de calor. Hay que ser rigurosos, analizar las causas reales –no las demagógicas– y adoptar con urgencia planes eficaces, sin mentiras globales ni tergiversaciones políticas.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.