Sánchez o el poder del odio

 Las calles de Madrid clamaron el domingo pasado contra Pedro Sánchez, pidiendo su dimisión y la convocatoria adelantada de elecciones generales. Motivos los hay sobrados: el cupo catalán, la corrupción y le rebaja de pena a las etarras.

Desde luego, es un presidente mentiroso, sin principios. Eso lo sabemos todos los españoles. Por tanto, la pregunta básica es cómo es posible que sea presidente, que se le votara lo suficiente el año pasado para poder gobernar con quien quiera compartir el poder a cambio de lo que pida, porque sabe que Sánchez se lo concederá, a cambio de seguir en la Moncloa.

Una buena parte de la respuesta la dio Rosa Díez el pasado 5 de octubre, afirmando que “las bases del PSOE son tan sectarias que odian más a la derecha que a los herederos de ETA”.

Es una afirmación muy dura, dirigida a los votantes socialistas, a los millones de votantes socialistas que volvieron a votar a un PSOE encabezado por Pedro Sánchez, pese a todo lo que había dicho y hecho, y sabiendo que seguiría mintiendo con tal de evitar que la derecha gobierne.

Siento discrepar de cuantos afirman que Sánchez está acabado. No se irá en ningún caso, amagando con cuantas artimañas se le ocurran, porque es un tahúr de la política.

Hará todo lo posible para aguantar hasta 2027, salvo que vea que le conviene adelantar las elecciones generales, por ejemplo por el hundimiento creciente de Sumar. 

Encuestas recientes –no me refiero a la del CIS del pasado lunes, sino otras más creíbles- han generado la perplejidad de muchos: pese a todos los pesares, hasta podría ganar algunos diputados, a costa de la debacle de Sumar, porque hay millones de votantes que odian a la derecha y harán todo lo posible para que no gobiernen PP y Vox. Puede más el odio que la valoración de quién puede gobernar mejor España.

Pedro Sánchez ha incrementado el pesebrismo, regará con cuantos subsidios se le ocurran para contentar a unas bases que destilan odio a la derecha. Es lamentable, pero así se percibe en la calle: antes un Sánchez corrupto que un gobierno PP-Vox. Y muchos de ellos no se abstendrán, ni votarán a partidos residuales, sino al PSOE, que es quien puede evitar un gobierno de derechas. 

Ahora, por decreto, Sánchez va a modificar el Consejo de Administración de RTVE, para un control absoluto. El PSOE siempre ha creído vital hacerse con los medios de información, y lo hace, para cultivar el sectarismo y el odio, granero de sus votantes.

¿La batalla judicial, con los casos que parecen ahogar a Sánchez? Hay que estar preparados para la contraofensiva del presidente del Gobierno: va a ir a por todos.

Vamos a unas elecciones generales cuando le parezca oportuno a Sánchez, es decir, cuando le convenga. PP y Vox deben plantearse cómo disminuir ese odio a la derecha, instalado en millones de españoles, conscientes de que a populismo y demagogia no le van a ganar a Sánchez, que ya supo movilizar a los votantes socialistas agitando el miedo a Vox: Vox le facilita las cosas a Sánchez. 

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.