En nuestra cultura digital actual, donde internet es imprescindible para muchas tareas y que ofrece tantas posibilidades, es preciso reconocer su abuso, incluso generando conductas patológicas o adictivas.
Basta recordar situaciones tan pintorescas como unos amigos tomando unas cervezas en una terraza, y todos utilizando el móvil casi sin parar en vez de dedicarse a conversar, que teóricamente es lo que se suele hacer cuando se queda con amigos. O la escena familiar tan repetida en que casi todos los miembros de una familia miran el whatsapp, el último detalle de la última noticia, envían compulsivamente sms o mails, o incluso se espera a que alguno se incorpore a comer o cenar porque está en su habitación o en otro lugar de la casa atareado con el móvil, la tablet o el ordenador.
Todos podríamos poner ejemplos pintorescos, de adultos y jóvenes arrastrando continuamente la pantalla del móvil. Y se produce lo contrario de lo que internet puede facilitar, que es la comunicación, la apertura: hay gente que se aísla en el mundo de las redes sociales, dedicando mucho tiempo cada día, hasta el punto como decía un amigo mío que se comprueba que hay mucho desfrenado, porque tanto tiempo en esa distracción es sospechosa o, simplemente, significativa.
Hay nuevas patologías, adicciones relacionadas con internet. Una de ellas es la ludopatía en menores de edad, que con la facilidad que otorga internet y aunque sea apostando poco dinero es un signo alarmante. Tan alarmante que se estima que en España hay un 8% de menores de edad con esta patología.
Me parece oportuna la iniciativa del Grupo Parlamentario Socialista de atajar este problema en los menores, con medidas legales en el ámbito autonómico, y pidiendo al Gobierno iniciativas legislativas necesarias y restricciones para que se refuerce la seguridad en las páginas de juegos on line.
Los menores pueden jugar on line con suma facilidad, con anonimato y sin salir de casa. Hay que hacer caso a la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), que recomienda la prevención desde edades muy tempranas para que el problema se extienda.
El problema se ha detectado en los menores de edad, pero es que antes y simultáneamente está presente en los adultos. O nos convencemos de que es un problema, o poco haremos. Con sentido común, se acierta mucho también.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.