La familia cuesta abajo

Formar una familia sigue a la cola de las prioridades entre los menores de 45 años: así concluye el “XIV Barómetro de la Familia TFW”,  encargado por la fundación The Family Watch a la consultora Análisis e Investigación. La familia está en alerta roja.

El 25 de diciembre no hubo prensa. Al día siguiente, que sí hubo, un periódico seleccionó en portada la noticia de que una mujer había abierto la cabeza a su marido, y que una mujer de 45 años –parece que había bebido- había mordido a su madre en el brazo. Los dos hechos, en el día de Navidad, como si fuera el modo mayoritario de celebrar la Navidad en los hogares. Violencia en casa como foto navideña, lamentable.

Me apenó por mis colegas, que seleccionan unas noticias morbosas. Se puede argumentar que la noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro: no me sirve como excusa, pues esas noticias contribuyen a una imagen negativa de violencia y tensión en la familia, que no es precisamente animante.

Una enfermera, que hasta ahora trabajaba en una residencia de la tercera edad, se va a trabajar a Noruega. Estará aprendiendo noruego en Alicante unos meses, con otras colegas. Deja en España a sus padres y a su pareja, palabra que ella utilizó, por lo que no sé más. Le deseé suerte y que ojalá regrese pronto. Se va por la remuneración. Con unos 25 años de edad, para mis adentros pensé que es una pena que, en vez de tener como prioridad formar o mantener un hogar, le atraiga más el sueldo.

Lejos de mí describir un clima apocalíptico o dramático sobre la familia. Sin embargo, veo que muchas voces pretenden edulcorar una situación de auténtica luz roja, y así no conseguiremos revitalizar la familia. Si no se reconoce la realidad, si se ponen tiritas o se tapan los ojos, no se mejora. Estamos ante un cáncer, no un resfriado temporal.

La familia es la base y el termómetro de la sociedad y de las personas. En las encuestas es la institución más valorada. No menciono ahora en qué lugar aparecemos los periodistas o los políticos. Siendo en teoría tan valorada, la familia está cuesta abajo.

Tengo un constante interés por analizar y comentar la evolución de la familia. Tal vez por eso me ofrecieron ser director de Comunicación del V Encuentro Mundial de las Familias con el Papa, que se celebró en julio de 2006 en Valencia, y acepté. Fueron diez meses de un trabajo enorme, compatibilizándolo con mi trabajo como Delegado de Canal 9 en Castellón. Valió la pena: es la experiencia profesional más enriquecedora que he tenido. Esa etapa la recojo en mi libro “Desafío a la familia” (2007).

En aquellos diez meses, estuve en contacto con unos mil periodistas, tuve que dar ruedas de prensa, reunirme con autoridades eclesiásticas –cardenales y obispos–  y civiles, viajar a Madrid y a Roma, impartir conferencias siempre que pude,  o ser entrevistado en televisiones, periódicos, agencias y radios. Por supuesto, vine a Teruel, invitado por el entonces obispo de la diócesis, José Manuel Lorca, a impartir una charla-coloquio a los sacerdotes, y procuré estar disponible siempre para Diario de Teruel. Procuré multiplicarme, pues valía la pena. La hemeroteca es testigo fiel de esa época.

Aprendí mucho en esos diez meses entre 2005 y 2006. Sin alarmismos, se veía venir el deterioro de la familia a pasos agigantados. Insisto: ni entonces era pesimista ni ahora lo soy. Sigue cayendo por el precipicio, con el ropaje de la modernidad y la libertad, en vez de coger el toro por los cuernos.

Dos datos me resultan concluyentes: disminuye el número de matrimonios y disminuye la natalidad. Evitar el matrimonio o los hijos es señal de un común denominador: falta de proyectos vitales basados en el amor. Por eso hay más perros en España –más de 9 millones-  que niños menores de 14 años. Los jóvenes conviven, no quieren casarse. Se dan respuestas ciertas pero insuficientes: acceso a la vivienda, salarios. Y la pregunta es incómoda: ¿por qué los jóvenes rechazan casarse y por qué las rupturas matrimoniales aumentan? Ese es el deterioro de la familia. No apto para menores ni ingenuos.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.