En los últimos días es muy difícil escoger los asuntos importantes sobre los que valga la pena ahondar. Resulta más sencillo descartar los temas que ya sea por repetitivos o por carecer de profundidad, se nos escurren entre las manos.
Ahí están los desfiles por la Asamblea General de Naciones Unidas de personajes como Trump y Sánchez, postulándose como candidatos al Nobel de la Paz, las pulseras preventivas contra los maltratadores, la carestía y escasez de la vivienda, el próximo paseíllo por los tribunales de la esposa, el hermano, el fiscal, los ex amigos y en el trasfondo los horrores de Gaza y Ucrania que se revuelven un tanto más cada vez que la actividad judicial del entorno presidencial se vuelve más aguda.
Pero mientras todo ello ocurre, Sánchez desde Nueva York no solo nos asegura que su mujer y su hermano son inocentes sino también que en 2027, él será el candidato del PSOE a la presidencia del gobierno.
Este último anuncio no es ninguna sorpresa pero si es un gran susto ya que en los últimos siete años España ha sufrido no pocos desgarros económicos que nos tiene paralizados en los momentos previos a la pandemia. El gobierno se esfuerza en recordarnos que nuestro país es el que más ha progresado en los últimos años pero no ha añadido que ello ha podido ocurrir porque era el que más había decaído durante los tiempos de las últimas crisis y gracias también a los fuertes apoyos europeos.
Hemos asistido también a sucesivas concesiones hechas a Junts, ERC, PNV y Bildu que abarcan desde la amnistía hasta las financiaciones singulares y los apoyos lingüísticos que Sánchez está condenado a seguir cediendo si quiere llegar hasta 2027 e incluso más allá.
Cruzar el Rubicón de ese manoseado año 27 no va a ser nada fácil. Después de las recientes crisis de las que el presidente reapareció claramente desmejorado física y psicológicamente, su viaje a la ONU y la movida generalizada en favor de Gaza y del reconocimiento del Estado Palestino con una docena de países europeos siguiendo el ejemplo español, todos tenemos la impresión de que Sánchez debe haberse hinchado de calmantes y está como nunca. Incluso el discurso del Rey en la Asamblea General se pareció bastante a los producidos en La Moncloa con el cambio de Genocidio por Masacre.
En el fondo, aparentar que se sale de una crisis no resulta nada difícil. Basta con decir que tu rival -Feijóo en este caso- no va a ser el candidato en las próximas legislativas, que tú mismo no solo vas a llegar hasta ellas sino que las vas a ganar; instruir a tu equipo para que todos ellos convertidos en portavoces canten la misma canción y -lo que es más difícil- que unos cuantos millones de ciudadanos se traguen el cuento y les voten, consiguiendo a la vez el apoyo del grupo Frankenstein que aun ahora con nadie se encontraría tan cómodo y de nadie obtendría tantas dádivas inconstitucionales como del espléndido sanchismo.
Lo más complicado para este gobierno de aquí a 2027 va a ser superar el chaparrón judicial que se les viene encima. Piensen en el letal efecto que produciría que a Begoña la condenen a un par de sus cinco imputaciones, y si por añadidura otro tanto le ocurre al hermanísimo, al fiscal general y a los miembros de la banda del Peugeot, todo sería letal, muy letal.
De ahí que vista la situación, las estadísticas actuales y las tendencias, lo más probable es que el PP y Vox obtengan mayoría absoluta y que reciban como regalo adicional algún voto navarro, canario y quién sabe si algunos más.
Es difícil ver a Sánchez más allá de 2027. A decir verdad no es muy probable ni siquiera verle llegar hasta ese año. Ni siquiera es sencillo imaginar para qué quiere continuar pasando las angustias que se nota le acosan a diario. La única explicación es que desde el gobierno puede defenderse mejor de la que puede venírsele encima una vez lo haya abandonado.
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Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.