El Debate a 4 del pasado lunes por la noche respondió a lo que se espera el 26-J, con una reiteración en las encuestas que deja poco margen de dudas –aunque las encuestas, encuestas son, no lo olvidemos, incluida la del CIS– y plantea dos opciones de gobierno en España: Mariano Rajoy o Pablo Iglesias. Y la imagen de un Pedro Sánchez abatido. Los cuatro líderes se adaptaron a esa perspectiva, incluido Pedro Sánchez, que asumió su rol de “acompañante” de alguien, pero lamentándose una y otra vez de no haber sido presidente del Gobierno por la postura de Podemos. Sánchez estuvo triste, lento, descolocado, tal vez muy consciente de su tren.
Según qué medio de comunicación se “visualiza”, el ganador del debate es Rajoy o Iglesias. El perfil de los lectores de cada medio puede ser determinante, o la movilización internauta de los dos partidos en liza, el PP y Podemos. En lo que coinciden los medios de comunicación coinciden es que Pedro Sánchez es el que peor estuvo, el perdedor sin paliativos.
Desde el comienzo se vio a un Pablo Iglesias haciendo esfuerzos considerables por no enseñar los dientes -como ha sido habitual-, no ser agresivo, cuidar la altivez, ser algo más suave en las formas. El fondo de Iglesias sigue siendo subir los impuestos y cumplir con Bruselas, la cuadratura del círculo, y asegurando que de la lucha contra el fraude y la subida de impuestos saldrá el dinero para todo lo que promete: Rivera le echó en cara la inviabilidad de su programa.
Rivera hizo un gran cambio respecto a Rajoy: ya no le pide que dimita, sino que rectifique. Ya no parece estar en juego la cabeza de Rajoy, en un previsible gobierno del PP y Ciudadanos. Rajoy siguió con su línea de resaltar las mejoras y de intentar rebajar a los otros candidatos, por su falta de experiencia, e incluso pidiéndoles que se “estudien” los temas antes de ir a un debate como el del lunes y no incurran en “mentiras”.
PSOE se encontrará en el dilema de apoyar un gobierno de Unidos Podemos o permitir a Rajoy gobernar. Mi impresión es que el PSOE no pactará con Unidos Podemos por su propio interés como partido político y porque un Iglesias como presidente es más temido que querido, y que permitirá gobernar al PP y Ciudadanos. La sensatez de Rivera y la contundencia en la lucha contra la corrupción le vendrán bien al PP. Pero esperemos resultados de las urnas, claro.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.