El sector citrícola español ya no gozaba de buena salud; muchos citricultores recuerdan como el precio, hoy habitual de 0.24€/Kilo (40 de las antiguas pesetas), ya se alcanzaba en tiempos de Franco. Pero en cambio han visto como se incrementaban año tras año los salarios, los precios de los abonos, de los fitosanitarios y del agua de riego.
El clima siempre había sido un hándicap para el citricultor quien, por una helada, por pedrisco o por una lluvia a destiempo, veía como perdía su cosecha, su trabajo y todo lo invertido durante ese año. A este inconveniente se han ido sumando a lo largo del tiempo nuevos problemas a los que el citricultor tradicional ha ido adaptándose para no sucumbir: el gran avance del riego a goteo se tradujo en grandes plantaciones en lugares donde antes era imposible tenerlas, aumentando la producción y bajando los precios; la mecanización del campo atrajo al capital de inversión ajeno a la agricultura ya que, con poca mano de obra y un encargado, se podían llevar grandes plantaciones, provocando una sobreproducción que se traducía de nuevo en bajada de precios; la investigación descubrió variedades híbridas que permitían recolectar en épocas distintas a las tradicionales (variedades tempranas y tardías), con lo que el agricultor podía diversificar su cosecha; pero llegaron los royalties con la limitación de plantas para evitar la sobreproducción de estas variedades y el pago de licencias por plantarlas obviamente, estas licencias por su mayor poder económico, fueron copadas mayoritariamente por los inversores en agricultura; y por último, Europa nos impuso calidades y condicionamientos de salud y medioambientales que prohibían abonos y fitosanitarios más económicos que debían ser sustituidos por otros más caros y menos eficaces.
Ante todos estos problemas, muchos citricultores tradicionales fueron abandonando sus fincas y migrando a la industria, donde se les garantizaba un horario fijo y un salario mensual. Pero otros, en cambio, como pudieron, se fueron adaptando a las distintas situaciones y sobrevivieron.
Pero ahora se le suma un obstáculo más que viene, en este caso, de la mano de la Unión Europea y que puede suponer, si no se remedia, la estocada definitiva al cultivo de los cítricos en España. Efectivamente, en el verano de 2016 se firmó el acuerdo de libre comercio negociado entre la Unión Europea y los seis países de la Comunidad de Desarrollo Sudafricana que integra a Sudáfrica, Namibia, Botsuana, Suazilandia, Mozambique y Lesoto.
Este acuerdo permite suprimir los aranceles y topes de continentes para los productos de estos países africanos en su acceso al mercado de la UE, incluidos los cítricos. Y, sorprendentemente, tuvo el voto favorable o, en el mejor de los casos, la abstención de los representantes españoles en el Parlamento Europeo, auténticos traidores a los ciudadanos que les votaron y a los que deberían haber defendido.
El tratado se está aplicando escalonadamente; cada año tendrán más tiempo para ir exportando sus productos a Europa. Este año se les ha permitido hasta noviembre y año tras año se irá aumentando hasta tener todo el año libre de aranceles.
No dudo de las ventajas que para ambas partes pueda tener este acuerdo en otros sectores de la economía, ni tampoco de las buenas intenciones de la UE apoyando el desarrollo de estos países. Pero la UE y sobre todo nuestros parlamentarios en dicho organismo, deberían saber que España, al igual que estos países, es productora de cítricos y que existen variedades de cítricos desde septiembre hasta junio, por lo que era seguro que un acuerdo así iba a afectar y mucho, a los cítricos españoles, (los cítricos tardíos sudafricanos coinciden con los tempranos españoles y viceversa).
La ampliación hasta noviembre ha supuesto la coincidencia de la naranja importada con la que nosotros producimos, afectando de lleno a las variedades tempranas. Miles de toneladas de nuestras naranjas y mandarinas tempranas se han quedado en los árboles sin recoger al quedar desplazadas de los mercados europeos por la saturación de cítricos. Además, ha ocasionado el retraso de la campaña de la mandarina estrella valenciana, “la clemenules” que, unido a una especial alta producción de este año, está ocasionando la caída de los precios y una baja actividad de mercado que se traducirá en que más de la mitad de la producción se quedará en el árbol.
La naranja valenciana, aunque de más calidad, no puede competir con la importada de Sudáfrica, en donde la producción procede de grandes fincas mecanizadas, con salarios de recolección de verdadera esclavitud y con una legislación laxa o inexistente en cuanto a seguridad agroalimentaria, medioambiental o fitosanitaria que, curiosamente, tampoco se les exige en los puertos europeos de descarga. Ellos consiguen una producción mucho más barata, por lo que los precios que son rentables para ellos son una ruina para nosotros.
Si la citada ampliación ha sido ya desastrosa para el sector, imagínense si el año que viene se aumenta el plazo de entrada hasta diciembre. En mi opinión, no será necesario esperar a los 10 años, plazo para la liberación total, para ver como los cítricos españoles desaparecen totalmente del mercado, de nuestros campos y de nuestra economía, generando más paro y miseria en un sector del que viven muchos españoles, ya sea como propietarios de fincas, comerciantes exportadores, suministradores agrícolas, transportistas, trabajadores de almacenes de confección de cítricos, maquinaria agrícola o como simples trabajadores del campo y recolectores (collidors). Y todo este hundimiento indirectamente afectará al resto de la economía española, lo cual, a Europa, con tal de comprar los cítricos más baratos, puede que no le importe.
Y no es nada fácil abandonar las fincas, sabiendo que: por haber sido autónomo no van a tener subsidio de desempleo; tendrán que buscarse otro modo de vida para el que les falta preparación; con el desastre agrícola, nadie va a comprar sus tierras; pero en cambio van a tener que seguir pagando derechos de riego e impuestos al monstruo impositivo español, por el mero hecho de tenerlas.
Tampoco va a ser la solución migrar a otro tipo de producción, ya que la migración requiere de fuertes inversiones de dinero que posiblemente muchos agricultores no posean, y por otro lado, nadie les garantiza que, con el tiempo, esa nueva plantación no se vea también afectada por este tratado o por otro que inventen los políticos de la UE que nos desgobiernan. Dado que el clima de los países sudafricanos es semejante al nuestro, ante cualquier producción que intentemos en España, los sudafricanos la pueden imitar hundiéndonos de nuevo; el ejemplo más claro es el cultivo del aguacate, que al igual que los cítricos, tienen variedades tempranas y tardías, y se cultivan tanto en el cono Sur como en el cono Norte, por lo que en un futuro no muy lejano puede seguir el mismo camino que los cítricos.
No es la primera vez que Europa y nuestros políticos europeos votan en contra de los intereses de los agricultores españoles. Este acuerdo viene a sumarse a los existentes con Marruecos, que también posee grandes extensiones de cítricos y que este año, además la UE, pretende ampliar al Sáhara Occidental.
A nuestros políticos se les llena la boca de europeísmo, como si este concepto fuera una divinidad a la que hay que adorar y temen la llegada del maligno en forma de euroescepticismo, como si no estar de acuerdo con ciertas decisiones europeas fuera obra del diablo. Pero de ser europeos no vivimos los españoles, sino de buenos acuerdos económicos que beneficien nuestros intereses. Ya está bien de tópicos sobre Europa. España y los intereses de los españoles deben de primar sobre este maldito espíritu europeo que permite que nos ofendan con Puigdemont, pisoteen nuestras pretensiones sobre Gibraltar, permitan que nos invada la inmigración irregular sin buscar una solución conjunta y, finalmente, arruinen nuestra agricultura sin que parezca importarles a nuestros políticos.
Sí, hay que estar dentro de Europa, pero defendiendo nuestros intereses y dando un golpe en la mesa si es necesario cuando se pisoteen en extremo. Si Europa encarece nuestros cítricos con su exigente normativa y sus restricciones, pero luego quiere beneficiarse de una naranja más barata a la que no le exige los mismos condicionantes ¿para qué nos sirve Europa? En Europa, los parlamentarios españoles deben votar pensando en los españoles, no lo que dicten los grupos políticos europeos en los que están integrados nuestros partidos en función de su ideología.
El daño de este año ya está hecho, pero hay que evitarlo en años venideros. La solución se encuentra dentro del propio tratado, en el que existe una cláusula para activar la salvaguardia para caso de caída de los precios. La pregunta es: ¿Por qué el gobierno español no ha solicitado activarla, cuando además de caída de precios, la mayor parte de la cosecha se ha quedado en el árbol sin recoger? Y lo que es más grave, mientras nuestra naranja se pudría en el campo, en los supermercados españoles se estaba vendiendo la sudafricana. Que la naranja sudafricana se venda en el resto de Europa con prioridad a la nuestra, siendo socios, está mal; pero que se venda dentro de nuestro propio país es una auténtica canallada.
Con la experiencia de este año, la salvaguardia hay que activarla todos los años al menos desde octubre hasta junio. Por eso desde este artículo hago un llamamiento:
- A los partidos políticos, a la Generalitat Valenciana, al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y a la Comisión Europea, para que presionen, en su caso, o soliciten y exijan que se active la salvaguardia para los cítricos de modo permanente.
- A los españoles les pido que no consuman productos extranjeros mientras existan en el mercado los mismos productos producidos en España. En el caso de los cítricos, como se ha dicho en el artículo, no están obligados los productos extranjeros a las normas europeas de seguridad agroalimentaria, medioambiental o fitosanitaria.
- Y a todos los relacionados con el sector de los cítricos, los animo a que se movilicen; (nadie lo va a hacer por ti), y que acudan a cuantas concentraciones y manifestaciones relacionadas con este problema se convoquen. A los habitantes de la provincia de Castellón les informo que el próximo 18 de Diciembre a las 19:00h, “La Plataforma per la Dignitat del Llaurador” convoca, con este motivo, a concentraciones enfrente de cada ayuntamiento, en las poblaciones de Nules, Burriana, La Vilavella, Villarreal, Castellón, Onda, Almazora, Moncofa, Bechí, La Llosa, Almenara, Chilches, La Vall d’Uxó, Artana y las Alquerias.
Por último, os dejo esta petición por si estáis de acuerdo con su contenido, la firméis y la mováis para que más españoles sean conscientes de este problema. http://chng.it/fMf5fTV8
Víctor Pascual Viciedo Colonques es Presidente de la Associació de Llauradors Independents Valencians (ALIV)