Si no se conociera al personaje, el hecho de que el presidente del Gobierno sea economista transmitiría algo de confianza en una crisis sanitaria, laboral y económica como la que estamos sufriendo, cuando se están negociando los Presupuestos 2021.
Sin embargo, conociendo a Pedro Sánchez la desconfianza hacia quien lleva el timonel político de España se multiplica. Supedita la economía a su subsistencia política personal, no parando en concesiones populistas, independentistas y filoetarras, cuesten lo que cuesten, porque lo primero para él es el poder político, lo segundo permanecer y lo tercero la poltrona, es decir, nada que tenga que ver con mejorar nuestra economía.
No es exagerado defender que estamos en manos de un arribista político desconocido en nuestro país. Tanto es así que Bildu afirmó, sin rodeos, en el Congreso este martes que condicionaba al Gobierno y las leyes que impulsaba.
Las soluciones económicas que tiene en la cabeza Pedro Sánchez son muy sencillas, descartadas cuantas tengan que ver con una recuperación económica real: subir los impuestos y endeudarse al máximo.
Le ha salido rana el intento de apropiarse de los remanentes de los ayuntamientos, y lo ha transformado con aire de genialidad y concesión en permitir que lo usen los propios ayuntamientos.
Fomenta las trifulcas de sus ministros en estos días sobre las pensiones, alargar la vida laboral, congelar o no los salarios de los funcionarios, y un sinfín de cabriolas, en las que se ve la vaciedad y el sectarismo de este Gobierno. No le importa tener en vilo a los 9 millones de pensionistas, el sector de la población que se ha ganado tener cubiertas sus necesidades económicas las últimas décadas o años de su vida.
Pedro Sánchez es licenciado en Económicas, e incluso doctor, aunque mejor remitirnos a cuanto sabemos sobre su tesis, centrada precisamente en el sector público, y defendida en la Universidad Camilo José Cela en 2012, de la que era profesor asociado desde 2008. Invirtió dos años y nueve meses, cuando lo habitual en esos estudios de posgrado era dedicar seis años. Fue profesor asociado hasta 2013, de la asignatura “Estructura Económica”.
El superdotado Pedro Sánchez compaginó su cargo político –diputado en el Congreso desde 2009– con ser profesor asociado y sacar adelante su tesis en un tiempo récord. Interesante el profesor Sánchez.
Pedro Sánchez opina que los golpes de efecto son lo eficaz en la política. Tal vez su convicción se arraiga en cómo llegó a ser presidente del Gobierno, el 1 de junio de 2018: el PNV pensó que obtendría mayores réditos con Sánchez que con Rajoy, y luego la historia ha continuado.
El 31 de agosto pasado Sánchez pronunció en Madrid, en la Casa de América, la conferencia “España puede”, ante un seleccionado auditorio de banqueros y empresarios, además de sindicalistas y otros representantes. Fue sonoro que no se invitara a Juan Roig, presidente de Mercadona, con 90.000 trabajadores, que año tras año da lecciones de cómo crear empleo. Se alegó el aforo limitado.
Para Pedro Sánchez, Juan Roig encarna lo que no quiere: emprendedurismo privado, pisar la realidad, evitar la asfixia de impuestos. Sánchez no sabe lo que es crear un puesto de trabajo, y mucho menos mantenerlo. Y este es nuestro presidente del Gobierno. España sí puede, pero no teniendo a Sánchez al frente del Gobierno.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.