Faltan calificativos de admiración hacia Rafael Nadal tras ganar el domingo pasado su 13º Roland Garros, e igualar con 20 Grand Slam a Federer. No conviene extrapolar totalmente baremos o cualidades de un ámbito deportivo como es el tenis, pero sí pueden servir algunas cualidades de Nadal para afrontar la difícil situación por la que atraviesa España, con unos nubarrones que el FMI nos acaba de describir ¡hasta 2026! en el plano laboral. Y lo vemos cada día ahora sin que el FMI nos alerte.
No tenemos el Gobierno adecuado para superar con rigor esta crisis, que España está gestionando muy mal. Puede ser la ocasión de reconocer que tenemos los políticos que nos merecemos, y a la vez la ocasión de sacar algunas conclusiones operativas, positivas, para acometer con esfuerzo constante los años que nos esperan.
De todos es sabido que la salud abarca lo físico, lo mental y lo social. De la salud física de Rafael Nadal nada o casi nada puedo añadir que no se sepa: es un portento físico, al alcance de muy pocos. Pero de este aspecto también cabe entresacar una lección: ha tenido diversas lesiones, unas rodillas muy castigadas, y ha sabido sobreponerse a base de tenacidad, sufrimiento y aguantarse el dolor físico.
No hace falta ser médico para retener lo que muchas veces se ha dicho: “otros, con el dolor y las molestias de Nadal, no hubieran seguido”. Y él ha seguido, cambiando su forma de jugar, y superando las molestias sin estridencias.
Para personas jóvenes y no tan jóvenes, el ejemplo de Nadal ante el dolor físico puede servir, para no exagerarlo y gestionarlo con sentido común y madurez. Tengo la impresión que estamos en una sociedad demasiado “quejica”, y con ese talante serán mucho más duros los años que nos esperan.
La salud mental de Nadal suele destacarse. Ha sabido aprender de las derrotas: en España no aprendimos lo suficiente tras la dura crisis de 2007. Los contrincantes de Nadal destacan su fortaleza mental, su estabilidad, su capacidad para sobreponerse viendo lo que él puede mejorar y hacer, sin echar la culpa a los demás.
Ahora, en España, unos ven que de todo es responsable Pedro Sánchez junto con Pablo Iglesias, mientras otros culpan al PP y Vox, por simplificar la crispación bipolar existente. Pero nadie habla de estudiar y reformar el excesivo número de liberados sindicales, o de hacer “algo” con los numerosos aeropuertos que son una sangría, o de verdad una FP de calidad. De todo tienen la culpa otros.
El tercer aspecto de la salud es el social. Nadal ha demostrado que es una fortaleza la relación con los demás, el trato cordial con sus rivales tenísticos, la sencillez, la ecuanimidad, la estabilidad emocional. Puede asociarse a que son cualidades que cuida por razones de márketing publicitario, que indudablemente le permiten ser un auténtico icono para las grandes empresas: no son cualidades que se improvisan, aunque sí se pueden y deben mejorar continuamente.
Nadal se casó el año pasado con su “chica de siempre”, Xisca Perelló. Significativa o no esa estabilidad emocional, puede ser un botón de muestra de una estabilidad social y familiar que hace mucha falta en España, que más bien parece un país enfermo. Tal vez del tenista Nadal se pueden aprender más aspectos que el tenis.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.