En una universidad pública de la Comunidad Valenciana, durante los meses del Estado de Alarma, el personal del Servicio de Deportes no trabajó nada: universidad cerrada, confinamiento, y nadie haciendo uso de las instalaciones deportivas, lógicamente, por estar cerradas. Alguno de ese personal fue visto con frecuencia jugando al golf, no un día ni dos, sino semanas, meses. Tal vez cierta honradez profesional, sea el trabajo que sea, puede llevar a plantearse lo más ético en esas circunstancias, percibiendo un sueldo completo por no trabajar nada: estudiar, repasar, planificar o algo que esté vinculado con su trabajo, sin exhibir innecesariamente su situación, en una tragedia sanitaria y económica como la que vivimos. Uno de ese personal que no trabajó nada –al menos que se conozca– durante meses, al reincorporarse trabajó un sábado, y reclamó que se le pagara como horas extras. No sé si se le ha pagado como extras, pero ya la petición es de caradura. En una empresa privada, sería impensable esa petición, por el bien de la empresa, de la sociedad en su conjunto, y hasta por cierto sosiego personal podríamos decir “ético”. Quien me lo contaba con pelos y señales lo calificaba como caradura: dejo al lector el calificativo. Alguien apuntaba que, si donaran parte del salario, no serían caraduras: ahí lo dejo.
Es evidente que la pandemia está aflorando lo mejor y lo peor de cada uno. Hay personas que no han trabajado nada durante el confinamiento y han cobrado todo igual; otras, han trabajado muy poco, y han cobrado el salario íntegro; y ha habido personas que han trabajado más durante el confinamiento que en circunstancias normales. Autónomos y empresas privadas han reaccionado con más responsabilidad, en general, y han establecido medidas y acuerdos con los trabajadores. Sin embargo, en el sector público no se ha actuado ni se actúa igual: unos alegan temor a los sindicatos, otros rigidez legal, y todos admiten que es mucho más cómodo no hacer nada, y seguir cobrando igual todos los funcionarios y empleados públicos.
Hay caraduras también en el ámbito institucional, a veces por sectarismo. Ximo Puig prometió una paga extra al personal sanitario por su lucha contra la pandemia, pero ahora ha puntualizado que excluye a trabajadores de hospitales concertados y privados, y a otros profesionales como el personal de limpieza y seguridad. Sindicatos y Colegios Profesionales se han opuesto, como era de esperar, por el agravio entre trabajadores, y lo ha dicho CCOO. Se puede llamar caradura o sectario a Ximo Puig, elíjase.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.