Nadie se lo podía creer: el pasado 15 de enero el ayuntamiento de Castellón cerró la basílica de Lledó, patrona de Castellón, como una medida más para contener los contagios de la epidemia. Todas las demás iglesias de la ciudad están abiertas, con culto, viviendo las medidas sanitarias indicadas. Algo no encaja, y no es una minucia. Poco después, el 28 de enero el Obispado hizo pública una nota sobre el cierre de la basílica, ante la inquietud y el desconcierto generalizados por esa medida, aclarando que la decisión municipal fue tomada unilateralmente “sin previa ni posterior comunicación” al Obispado ni al prior de la basílica, señalando que eso supone ir contra el derecho fundamental de libertad de culto, que protege el artículo 16 de la Constitución. El Obispado presentó alegaciones rápidamente, sin respuesta del consistorio, y sin respuesta también un escrito dirigido a la Alcaldesa, Amparo Marco.
Amparo Marco ha cometido un considerable error, tanto en el fondo como en la forma. No se puede escudar en que es una decisión de CECOPAL, pues es un organismo municipal que ella preside para adoptar decisiones sobre la pandemia. Cerrar el templo de la Virgen de Lledó, patrona de la ciudad, no tiene lógica ni justificación de ningún tipo. ¡Se trata de la Patrona de la ciudad, vinculada durante siglos a la historia y la cultura de Castellón! La alcaldesa y los concejales dejarán de serlo; la patrona lleva siglos unida a la ciudad. La basílica es propiedad del ayuntamiento, pero no puede ni debe tomar la decisión de cerrarla sin valorarlo serenamente con el Obispado, con datos y sin prejuicios. Ha sido un abuso de poder y algo de remordimiento debe haber en el ayuntamiento cuando ni contestan al Obispado. Están fallando hasta las mínimas normas de respeto de competencias y de relaciones entre instituciones.
Estuve el pasado sábado en la concatedral, en la emotiva entronización de una imagen de la Patrona, para que quien lo desee se acerque a rezarle ahí, ya que está cerrada incomprensiblemente la basílica, decisión que el Obispado rechaza, pues “no nos parece razonada ni aceptable”. Precisamente en tiempos de epidemia, hay más personas que desean acercarse a la patrona y pedir su intercesión ¿a quién molesta esta realidad? Rectificar, en este caso, sería un milagro, por desgracia, aunque no lo descartemos: al menos ha de volver a abrir el próximo día 15, sin prolongar un craso error. Tal vez juegan con el miedo y el desconcierto para inconfesables intenciones. O tal vez han faltado pancartas ante el ayuntamiento o recogida de firmas.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.