Cientos de universitarios hacen colas en París para el reparto de bolsas de comida. Son jóvenes que se lanzaron a sus estudios universitarios sabiendo que necesitaban obtener simultáneamente recursos económicos, y trabajaban en bares. Ahora han cerrado los bares en París, y ha aparecido esta realidad. El Gobierno galo, al ver este hecho, ha logrado bajar los menús de los comedores universitarios a un euro.
En Castellón, en la Comunidad Valenciana, bares y restaurantes están cerrados. Es una situación que, con sus variantes, viene ya de marzo del año pasado. Están sufriendo lo indecible, con la incógnita de los que sobrevivirán y los que tendrán que echar la persiana definitivamente. La hostelería ha dicho que no aguanta más, y que abrirán el próximo 16 de febrero, tras muchas protestas por las calles, y pese a que desde la Generalitat se está lanzando el mensaje de que es posible que se amplíen las medidas más allá del 15 de febrero. Liderados por ASHOCAS, afirman que van a abrir con todas las medidas de seguridad y que ha quedado probado que los bares no son “responsables de la incompetencia del Gobierno valenciano”, ya que “ni nos rescatan ni nos ayudan”. Van a demandar a la Generalitat y al Gobierno central.
No sé qué grado de conocimiento tiene el lector de estas líneas sobre el trabajo en la hostelería. Los bares y restaurantes requieren mucha dedicación, mucho sacrificio, jornadas largas y muchas veces con término incierto. Además, con una remuneración que no permite “tirar cohetes”. Personalmente, siempre he dicho que les admiro, porque es un servicio que requiere mucha paciencia. Son emprendedores, arriesgan, con frecuencia junto con otros miembros de la familia. Y a la vez comprueban en su trabajo los largos cafés, almuerzos y comidas de no pocas personas que tienen un empleo público. Un bar es un auténtico observatorio sociológico. Facilitan el conveniente descanso para los ciudadanos y poder comer quien, por su trabajo, no puede hacerlo en casa, y ahora come en un rincón de su despacho, o en la calle, o como puede.
En otras comunidades autónomas no se han cerrado los bares. ¿Por qué aquí sí? El Consell, con Ximo Puig a la cabeza, debe dar datos, ser riguroso. Yo no sé de ningún contagio de Covid-19 en un bar, aunque seguro que los ha habido. Que digan cuántos, porque todo indica que los contagios están siendo en otros lugares. Hay que abrir los bares, y exigir que se vivan las medidas sanitarias, e incluso con las sanciones correspondientes si es el caso, pero no se puede asfixiar más a miles de familias.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.