La basílica de la Virgen de Lledó, patrona de Castellón, seguirá cerrada dos semanas más, hasta el 14 de marzo. Así lo ha decidido el ayuntamiento, pese a que se colgó un letrero hace unos días diciendo que abriría el 1 de marzo, y no parece que nadie se haya atrevido a poner ese letrero si no es el ayuntamiento. Saltó la sorpresa este lunes, 1 de marzo, y se conoció la decisión de que siga cerrada la basílica. Nada ha hecho cambiar de opinión al ayuntamiento, sin que incluso alarga el cierre: ni el recurso contencioso del Obispado, manifiestamente contrario y sorprendido ante esa medida que se va prolongando; ni el recurso de Abogados Cristianos, que han avisado que no se detendrán pese a la desestimación judicial de la suspensión del cierre –los argumentos de la jueza, ceñidos a que es propiedad municipal a que hay muchas iglesias abiertas al culto, son más que discutibles: respetar una sentencia no es compartirla, de lo contrario no tendrían sentido los recursos-; ni una “reconsideración” del ayuntamiento tras anunciar que abriría el 1 de marzo. Y la comunicación de la prórroga es bananera.
He de reconocer que no tenía confianza en que Lledó abriera el día 1, pese al mencionado letrero. Había dos motivos que me hacían recelar. Por un lado, los temores del ayuntamiento a que en los días en que se hubieran celebrado las fiestas de la Magdalena hubiera un número considerable de personas rezando o visitando a la Mare de Déu de Lledó –las fiestas de la Magdalena hubieran empezado el 5 de marzo, la romería multitudinaria que otros años se hace correspondería el domingo 7 de marzo, y el 8 de marzo, lunes de Magdalena-, pese a que ese año no se celebran las fiestas. Por otro lado, la escasa o casi nula reacción social ante el cierre de la basílica desde el 15 de enero, si se exceptúan los dos recursos judiciales mencionados, y en el ayuntamiento han visto el terreno abonado a prolongar el cierre: “un problema menos”, habrán pensado. Ya escribí que falla el fondo y también las formas: no se pide opinión a los sectores afectados, no se dialoga. Se podía haber abierto ordenadamente estos días.
Tengo serias dudas de que los que han tomado la decisión hayan visto las escenas que se prodigan estos días en el exterior de la basílica. Con las puertas cerradas, a modo de goteo incesante, acuden personas que tocan la puerta de entrada y se les ve rezar, o que se arrodillan ante la puerta, o que llevan flores. La devoción a la patrona nada sabe ni quiere saber de “pulsos” por parte del ayuntamiento –que han sido un error político de Amparo Marco-, ni de ligereza política.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.