Día de ilusiones el de hoy, con ciudades y pueblos recibiendo a los Reyes Magos. Hay sueños y peticiones de niños, y también de mayores.
Cada uno tendrá su petición o sus peticiones, según su situación y la de su familia. Pero probablemente el anhelo mayoritario es que haya más empleo y de mejor calidad, para así dignificar la vida integral de los trabajadores y de sus familias, por las que sufre mucho más que por las privaciones o dificultades personales: se sufre más viendo sufrir a los que uno quiere que sufriendo uno mismo dificultades y penurias.
Desde luego, lo económico no es lo prioritario en la vida de la mayoría, pero el hecho de tener trabajo y de tenerlo con un mínimo de calidad permite trazar planes, proyectos vitales.
Cerramos 2016 con el mayor descenso histórico del paro y con el mayor número de altas en la Seguridad Social de nuestra historia. Buen dato, pero no para tocar las castañuelas, pues los millones de parados pesan a todos. “La mayor empresa de España”, me decía uno que ha pasado a engrosar la lista de parados.
Los datos del paro son buenos, pero no hay que olvidar el todavía elevado número de desempleados –especialmente los jóvenes y los de larga duración, sobre todo entre los que tienen entre 40 y 60 años, que se ven alejados del mercado laboral, pese a que suelen tener cargas familiares, y hasta los subsidios los tienen agotados-, el sufrimiento de millones de españoles, por lo que hay que ser respetuoso con esa situación objetiva que todos vemos, sin triunfalismos excesivos.
Precisamente la mejora de la situación económica y laboral en España ha de obligar al Gobierno a plantearse los subsidios existentes para los desempleados, e introducir reformas que conecten con la realidad. Insistir en el aumento del turismo, los buenos resultados económicos, sin un correlativo replanteamiento de las prestaciones y subsidios de desempleo, puede ser de una crueldad evidente, que ahonde el foso que sigue separando a los españoles de sus representantes políticos.
Es un clamor que el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal) –antes INEM– y los servicios autonómicos de empleo son más organismos de desempleo que de empleo, aunque parezca una contradicción. No logran apenas trabajos para los desempleados, y llevan a cabo con frecuencia una labor de “caza” al desempleado que cobra o puede cobrar prestaciones.
En vez de facilitar derechos, el SEPE ha puesto en marcha estos años, sin la debida información, mecanismos para “pillar” a quienes cobran prestaciones contributivas o subsidios de desempleo, en muchos casos dudosos o incluso resueltos por el Tribunal Supremo en contra del SEPE, como es el caso frecuente de pequeños ingresos que no superan el 75% del SMI, que son legales y compatibles con el cobro del desempleo, pero que el SEPE está llevando a los tribunales a los sufridos y muchas veces indefensos desempleados.
Es indignante, hasta para los mismos empleados del SEPE o de los servicios autonómicos de empleo, que se avergüenzan de sanciones impuestas, muchas veces con la seguridad de que el desempleado sancionado no tiene recursos para abonar la sanción ni para contratar un abogado que gane el juicio al SEPE.
Así, por persecución y agotamiento, el SEPE busca cazar y pillar, amparado en un conglomerado de preceptos legales que marean hasta a los abogados. Luego, algunos jueces –por sobrecarga de trabajo, pues faltan jueces en España– alargan la agonía retrasando el juicio hasta fechas que sonrojan a cualquiera en un país desarrollado, se inclinan en la Audiencia Provincial por lo que dice el SEPE, y hay que esperar a que tres jueces del Tribunal Superior correspondiente dé la razón al desempleado. Mientras tanto, han pasado dos años en los que se ha hecho sufrir un calvario al desempleado, retirándole la prestación o el subsidio y con la espada de Damocles de restituir una cantidad que le supera.
Son días de regalos, compras en rebajas de enero, pero también de abordar la realidad: el Gobierno debe replantearse los subsidios y el trabajo del SEPE, pues abochorna. Es una vergüenza. Si la fortaleza de una cadena se mide por el eslabón más débil, el empleo o el desempleo que debe cubrir el SEPE es indignante: y el PP, que ahora gobierna, debe tomar nota, pues el caladero de votos está en esos millones de votos de españoles desempleados y de sus familias, que no lo olvide. Los populismos se aprovechan de ese cúmulo de injusticias, ante la ceguera del Gobierno de turno.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.