No seré original, pero desde luego no me cansaré de escribir y decir que la enseñanza –y la educación en sentido amplio, que es más rica que el ámbito docente– es más importante de lo que nos parece.
Aunque parezca exagerado, es lo que nos diferencia de las especies animales: nuestras cualidades intelectuales tienen muchas potencialidades, no es la subsistencia nuestro único objetivo, sino la formación intelectual, racional, afectiva, emocional, humana. Los animales también requieren y admiten un adiestramiento, desarrollan cualidades, pero no son animales racionales.
Agosto es mes tradicionalmente jalonado por atracos de diversa índole. Las instituciones saben que la población está de vacaciones, una anestesia generalizada invade la sociedad.
Por eso motivo, un 6 de agosto se ha permitido un Banco enviar un mail a sus clientes comunicando que la comisión por la tarjeta sube un 40%: que por supuesto tiene un plazo para rescindir el contrato si no está de acuerdo. ¡Vaya atraco bancario!
En agosto se nos sigue atracando con la luz. Fuera de las quejas generalizadas y los bolsillos agujereados, ninguna reacción eficaz. Se nos atraca de nuevo.
Los ladrones de pisos y almacenes también saben que es el mes ideal para elegir sus hurtos. Es cuestión de analizar cuándo se ausentan las personas, sistemas de acceso y seguridad.
Sin embargo, el atraco que estamos presenciando estos días en la educación, con la excusa de la aplicación de la “ley Celaá”, es para que lo analicemos. Se cumple que, más allá de la ley, lo que importa son los reglamentos, el desarrollo de las leyes. Como afirmó el Conde de Romanones, “ustedes hagan la ley, que haré el reglamento”. Y ahora estamos comprobando el robo de este Gobierno, en un valor tan importante como la educación. Y la sociedad está dormida, ante la primera ola de calor. Se calificó como “exagerados” a quienes criticaron la “ley Celaá” porque robaba la libertad, pero ahora estamos comprobando que su desarrollo la roba hasta límites insospechados, que esperemos hagan reaccionar a padres y comunidad educativa y se evite el desastre.
Los partidos de derecha no dan tanta importancia a la educación como los partidos de izquierda. Al menos en España. Los partidos de izquierda saben que el “agua fina” de la educación moldea la sociedad y los votos.
Se va imponiendo un sistema educativo en las antípodas del esfuerzo y la superación. Así se extiende una visión de la democracia equivalente a la mediocridad, confundiendo igualdad de oportunidades con igualitarismo académico, sin estímulos ni reconocimientos.
Hay un empeño claro en que la figura del profesor se devalúe. Empezando por los padres que dan más valor a lo que dice o hace “su niño” en el centro educativo que lo que el profesor intenta trasladar con su dedicación profesional. Si un profesor no se busca motivaciones personales para su trabajo, hoy en día cae en el desánimo y el abandono.
Este Gobierno quiere adoctrinar, imponer, y por tanto también le estorban profesores con prestigio y personalidad. Socavar su autoridad es también un objetivo prioritario. Adoctrinamiento y mediocridad van de la mano: quien se esfuerza por no ser mediocre no es presa fácil para ser adoctrinado, y no adoctrina a los alumnos.
Viene una enseñanza en Infantil y Primaria con perspectiva de género en Matemáticas, gran empeño en descubrir la sexualidad y una asignatura como “Valores cívicos y éticos” que es para temblar.
Este Gobierno hará todo lo que pueda –salvo lo que los tribunales o los padres impidan– para impedir la libertad de elección de centro educativo, la libertad de elegir el castellano como lengua vehicular, y para permitir cualquier atisbo de libertad a los padres, que tienen el derecho y deber de educar a sus hijos.
Más que el atraco de la comisión de una tarjeta bancaria o el de la subida de la luz, estamos viviendo un atraco más relevante, que es el atraco educativo. Esperemos que haya reacción, aunque sea en septiembre.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.