Ha saltado la sorpresa en las elecciones norteamericanas, y Donald Trump es el nuevo presidente contra todas las encuestas, aunque en número de votos ha ganado ligeramente Hillary Clinton, al menos cuando escribo estas líneas. Ha llegado el momento de analizar por qué ha ganado Trump, pese a que todas las encuestas previas, publicadas en España, daban ganadora a la demócrata, y las extravagancias de Trump no nos hacían presagiar su triunfo.
Pedro Sánchez, que fue a apoyar a Clinton, ha sido un “gafe”, y los chistes abundan: allí donde se embarca el ex-secretario general del PSOE, se hunde y hunde, pese a que dice haber regresado de Estados Unidos con ideas para financiar su posible campaña electoral como aspirante a la secretaría general socialista. Mucho tiene que aprender Sánchez, pero sobre todo de España, que no es un país de las características de Estados Unidos, con sus ventajas y defectos: simplemente, somos distintos.
El populismo y la xenofobia han triunfado en Estados Unidos. Por eso se ha permitido Albert Rivera decir que Podemos estará contento por el triunfo de Trump, por su populismo y radicalismo.
¿Por qué ha ganado Trump? Las teorías son múltiples: el poco carisma de Hillary Clinton y su antipatía, los deseos de cambio en la sociedad norteamericana o el descontento. Y recordar que el 80% de los norteamericanos están descontentos y hartos de los políticos. Tal vez la causa haya que encontrarla en todo un conjunto de motivos, aunque ahora algunos se apuntan con facilidad a que atisbaban el triunfo del republicano, pese a todo lo escrito y dicho en estos meses.
Trump, nada más conocer los resultados, ha llamado a la calma y a la unidad, subrayando que será presidente de todos los norteamericanos. Un mensaje pacificador ante los temores que suscita un personaje de estas características al frente de la primera potencia mundial.
La gran movilización de votantes en Florida hacía presagiar que la balanza se decantaría hacia Clinton, por ser un estado con muchos inmigrantes. Ahí ha saltado la sorpresa, y los inmigrantes han apoyado la xenofobia de Trump, aunque parezca curioso. Desean conservar su “status”, sin los riesgos y peligros de una creciente inmigración, incluso de compatriotas.
El populismo crece y explota cuando hay un distanciamiento de los políticos en el poder. Ha sucedido en Estados Unidos, con una fuerza inesperada. Pero, a la vez, existe la convicción de los radicalismos verbales o de campaña electoral de Trump se suavizarán una vez en el poder, haciendo válida la afirmación de Pablo Iglesias de que el populismo se acaba cuando se llega al poder.
Habrá que ver las consecuencias en la política fiscal y en la política exterior. El Estado Islámico, Venezuela, Ucrania y Cuba esperan con expectación, así como los estados que no respetan la libertad.
Por otra parte, aun teniendo en cuenta los poderes que en Estados Unidos se otorgan al presidente, la fuerza de los “lobbys” en el gigante norteamericano es descomunal, y habrá que ver cómo se relaciona, cede o torea a los poderes fácticos el nuevo presidente.
Una prueba más, tal vez la máxima por la importancia de Estados Unidos, de lo que puede suceder cuando el populismo llega al poder. Del show permanente que es la campaña presidencial norteamericana pasamos al gobierno real, un abismo en todo caso, y la expectación es grande.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.