Nuestro joven tenista murciano, número 1 del mundo, nos viene enseñando muchas cosas, siendo tan joven como es, con 20 años. En la final del pasado domingo en Wimbledon escuchamos o leímos muchos comentarios de que no es una superficie apropiada para Alcaraz, que Djokovic era el gran favorito, que el partido sería corto por la superioridad del serbio. Y el primer set parecía abonar el favoritismo del serbio, con ese 6-1 que nos dejó petrificados, porque parecía que Alcaraz se derretía ante la leyenda Djokovic. Yo fui de los que confiaban en una victoria de Alcaraz, y lo dije.
Había muchas cosas en juego para 'Nole'. Cuatro años de dominio serbio en The All England Club. 34 victorias seguidas. El veterano tenista belgradense optaba a empatar las ocho coronas de Federer. Sin embargo, en las apuestas del serbio -que se las prometía muy felices arrollando 6-1 en la primera manga-, no pronosticaba un factor que le haría perder hasta los nervios: la tenacidad y determinación del número 1 del ranking ATP, Carlos Alcaraz.
Reconozco que soy partidario de dejar de llamarle 'Carlitos', porque me suena infantil, aunque reconozco que tiene su aire cariñoso y hasta de admiración. Yo le llamo Carlos, o Carlos Alcaraz, no ‘Carlitos’, como se le conoce ya en un mundo que se ha metido de lleno en el bolsillo a base de humildad y sacrificio. Cogió el toro por los cuernos y se impuso 7-6 en un segundo set cuya duración excedió los 80 minutos, donde el derroche de talento fue la tónica habitual. Y así hasta el 6-4 del quinto set.
Alcaraz está enseñando mucho, sobre todo a los jóvenes. El talento por sí mismo consigue pocas cosas, si no va acompañado de un conjunto de cualidades humanas que le hacen rendir a un nivel excepcional. Estoy pensando en tenistas mundiales, con gran talento en estas décadas, que efímeramente llegaron a la cima, o no llegaron, por su falta de constancia y esfuerzo. Alcaraz suma al talento un esfuerzo descomunal, físico y mental. Muchos jóvenes se quejan ahora de falta de oportunidades laborales, pero deberían mirarse en el espejo de Alcaraz: desde luego no todos tendrán el talento de número 1 en su especialidad, pero con constancia y esfuerzo se logran objetivos.
Alcaraz es humilde e inteligente. La prensa mundial habla de un ‘cambio de era’ y él ha sabido dar el giro, para afirmar que, mientras estén Djokovic y Nadal, no hay cambio de era. Un claro signo de respeto, de realismo. Puede igualar o superar a ambos tenistas: yo creo que sí, si mantiene la actitud y le respetan las lesiones, pero esperemos.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.