Por si no hubiera problemas de mucha entidad en España actualmente, entre los que sobresalen la polémica amnistía, los ataques a la independencia judicial, el paro, una enseñanza maltrecha, la sanidad colapsada, el nuevo ministro de Cultura abre su batalla.
Una vez más, la mayoría me parece que pensamos que el mejor Ministerio de Cultura es el que no existe, porque preferimos una cultura en libertad y no dirigida o impuesta desde el Gobierno, aunque siempre digan que promoverán la libertad. No hace falta ese Ministerio, basta que comunidades autónomas o ayuntamientos apoyen con medidas cercanas lo que estimen oportuno, prestando especial atención a la sociedad civil y sus libres –y muchas veces prestigiosas instituciones– que gozan de gran pluralismo.
El ministro ha esbozado las principales líneas de lo que piensa intentar. Vamos a calificarlo como “intentar”, porque ya ha recibido muchas críticas y es mejor para nuestra cultura que no haga lo que ha anunciado, o porque este Gobierno caiga pronto, o porque a Ernest Urtasun no se le permita hacer lo que ha anunciado.
Dice que tendrá una postura firme ante “cualquier forma de censura”, e “interconectar educación y cultura”, superando el “marco colonial anclado en los museos”. Además, que creará una Dirección General de Derechos Culturales. No es que presuma ni intuya lo que pretende hacer, es que es evidente.
Unos pretender rehacer nuestra historia, la historia de España, sobre todo la más reciente con la famosa Memoria Histórica –en la que no se incluye la historia de lo que no interesa, por razones sectarias-; otros, un paso más, escarbando en nuestra historia cultural, con un revisionismo que llama la atención en el extranjero, porque es a base de todo lo que España ha hecho mal, por supuesto la colonización de América y centrándose en genocidios, que esconden una amplia labor española positiva… y algunas barbaridades mayores de otros países que colonizaron tierras americanas.
Me lo comentaba un amigo, con arraigo familiar en la República Dominicana: allí hay un sentimiento mayoritario de gratitud hacia España, por lo mucho que hizo por ellos, y se asombran de lo que se dice o publica con frecuencia en nuestro país, con escaso rigor. Una “leyenda negra” que alimentan ciertos sectores culturales.
Para algunos, miembros de la izquierda española donde se sitúa el ministro de Cultura, habría que pedir perdón permanente, no se reconocen las universidades que los españoles promovieron, no se recoge la violencia interna que había en los que vivían en esas tierras, no se tiene en cuenta la evangelización.
Hay 12 comunidades autónomas gobernadas por el PP. Respecto a estas intenciones de Urtasun, algunas ya han hablado, y dan casi hecha una oposición a más que presumible dirigismo cultural.
¿Incluirá regalar parte de nuestro patrimonio a países terceros? Primero, que recuerde Urtasun que Cataluña, su tierra, tiene pendiente devolver obras artísticas a Aragón, por ponerle un ejemplo cercano, para que pise la realidad, y de verdad sea creíble su pretendida lucha contra el sectarismo. Y sucede en nuestro propio país, no en otro.
La cultura “woke” empapa las intenciones del ministro, y no es aventurado afirmarlo. Una cultura de la cancelación que quiere romper: revancha de los países colonizados contra los que colonizaron, negros contra blancos, religiones nativas contra catolicismo, mujeres contra hombres.
El núcleo de la cultura “woke” viene a ser como una nueva “justicia social de izquierda”, partiendo de discriminaciones reales en la historia como palancas para una nueva dictadura social, por supuesto sectaria, y que quieren definir personas como Urtasun.
Un revisionismo cultural de choque, de enfrentamiento, sabiendo que la historia ha dado muestras de lo eficaz que puede ser enfrentar trabajadores contra empresarios, pobres contra ricos.
Urtasun busca el aplauso de su partido, de ciertos ámbitos culturales, pero no es el reflejo de la mayoría. Tenemos una cultura milenaria, hemos hecho muchas cosas bien y otras no, pero Urtasun quiere acentuar y hasta exagerar lo negativo.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.