El nivel de autocrítica de los partidos políticos es asombrosamente inexistente, difuso o como mucho superficial. En realidad, no es algo nuevo, y tal vez su origen hay que buscarlo en el temor a contrariar a los líderes del partido o de cada campaña electoral. ¡Vamos, que hay menos autocrítica que en un entrenador de fútbol como Xavi, Ancelotti, Simeone o Guardiola!
Los entrenadores se aferran, con excesiva frecuencia, a errores arbitrales, calendario con excesivos partidos o limitaciones presupuestarias, cuando no a un clima infernal al visitar un estadio de fútbol.
También hay que tener presente que, en política, hay una máxima muy discutible de que, si se hace autocrítica en público, es muestra de debilidad y de reconocimiento de derrota, con el riesgo añadido de enfadar a las altas esferas, o simplemente al número 1, porque ya sabemos que la democracia en los partidos es casi inexistente, pues se reduce a llevarse bien con el número 1, reírle las ocurrencias e identificar lealtad con sumisión sistemática.
¿Hay autocrítica en los partidos políticos? Meramente interna, y con mucho cuidado, casi solo apta para valientes o los que no dependen de la política para vivir porque tienen otra salida profesional. Para los que han vivido o viven del partido, cero autocrítica externa y casi cero interna. Penoso, pero basta con hablar de ello con diversos políticos, y lo confirman una y otra vez.
Así, la política se convierte en campo para valientes, desesperados o sin bagaje profesional distinto a una política en exclusiva, repleta de reuniones ineficaces, fotos a granel, ‘tuits’ y ‘retuits” que expresan vaciedad y seguidismo: es lo que tenemos, aceptemos la realidad, denostada por la inmensa mayoría de los ciudadanos, no solo por estas líneas periodísticas.
Ha vuelto a pasar en las elecciones autonómicas del País Vasco, el pasado 21-A. El resultado, más que preocupante, del ascenso de Bildu se achaca a los demás partidos, no a un mal planteamiento electoral propio o a una trayectoria en estos años que no conecta con los votantes vascos.
El PSOE culpa al PP, el PP culpa al PSOE: los dos grandes partidos nacionales con un ligero aumento de escaños parecen “indignados” por lo que ha hecho mal el otro partido mayoritario. PNV, tranquilo con los resultados; Sumar, hundidos; Podemos, sin argumentos; Vox, feliz con su escaño. ¡Y Bildu más que feliz, al comprobar el resultado y la sordera de los demás partidos ante la realidad de las urnas vascas!
En dos de cada tres municipios vascos ha ganado Bildu. Las elecciones del pasado domingo, 21-A, en el País Vasco nos dejan una buena dosis de inquietud y preocupación. Dato interesante: la mayoría de los candidatos, desconocidos y sin tirón, son las siglas lo que tira de los votos, razón de más para que los partidos hagan algo de autocrítica.
En todo caso, un partido político que no condena el terrorismo de ETA, que apoya el Gobierno de Pedro Sánchez y se sienta como uno más con el resto de partidos políticos, ha estado a punto de vencer en el País Vasco. Un auténtico drama, y avisa para futuras elecciones, si no se cambian posturas, estrategia, líderes que conecten con la sociedad vasca, por parte de otros partidos políticos.
Pedro Sánchez, feliz. Los socialistas han aumentado diputados y apoyarán al PNV, continuando así los ocho años en que vienen gobernando con ese apoyo, y sin el desgaste que supondría que Bildu hubiera obtenido más escaños.
Es hora de recordar de nuevo la manipulación del CIS de Tezanos, que de nuevo facilitó unas cifras para favorecer lo que le interesaba a Pedro Sánchez: asustar a los electores con una posible victoria de Bildu y minusvalorar al PP, por lo que algunos que no hubiesen votado, o se podían plantear votar al PP, han votado al PNV, cuyo descalabro podía haber sido imponente.
Mención especial merece Podemos. En ocho años ha pasado de 11 diputados, a 6… y ahora a cero. Y eso que Pablo Iglesias ha vuelto, según dice él. Peor resultado no cabe: la irrelevancia absoluta. Bueno, si se quiere consolar puede decir que ha sacado más votos que Vox –que ha obtenido 1 escaño-… y que PACMA. Tampoco Sumar está para tirar cohetes, claro está. La debacle de Podemos no ha beneficiado apenas a Sumar, y sí a Bildu: una peligrosa unión entre populismo e independentismo.
El PP ha de tomar nota: escasísimo crecimiento ante un hipotético desgaste estatal y autonómico de los socialistas y de PNV. Feijóo no ha prestado la debida atención a estas elecciones. Con este abandono, el yermo electoral que supone el País Vasco para el PP puede continuar.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.