La provincia de Castellón lleva décadas dando saltos cualitativos y cuantitativos en el turismo, siempre buscando atraer más turistas y consolidar los habituales. Se ha avanzado mucho, y a la vez queda mucho por hacer, seamos realistas, porque tenemos muchas más posibilidades, especialmente para atraer turistas extranjeros, pues más o menos tres de cada cuatro turistas que nos visitan son españoles. El aeropuerto, sin lugar a dudas, está contribuyendo a modificar esa proporción de cifras, pero el empeño ha de ser más colectivo y constante. Este año 2024 estamos despegando.
Hace unos días, un grupo numeroso se encontraba tomando unos refrescos en el bar-restaurante La Ola, en la playa del Pinar de Castellón. Los que estábamos en mesas cercanas solo tapándonos los oídos podíamos haber dejado de escuchar su conversación, que era bulliciosa y jovial. Uno de ellos afirmó con rotundidad que las playas de Castellón son mejores que las de Benicàssim, con un número similar de kilómetros, más anchas, mucho menos concurridas. No me atrevo a valorar semejante afirmación, pero sí a corroborar que, si alguien asocia playas a hacinamiento agobiante, que venga a las playas de Castellón, que son tranquilas, amplias y ¡sin problema para aparcar!
Estuve en Barcelona en mayo pasado. Siempre ha sido una ciudad turística, y ahora mucho más. Paseé con unos amigos por Las Ramblas –era un viernes– y era como la salida de un estadio de fútbol, sin parar. Respeto a quien le agobie tanta gente, pero siempre queda la libertad de elegir dónde pasear o viajar.
Me indigna escuchar quejas contra el turismo, la “turismofobia”. Tal vez el primer motivo es olvidar los ingresos y puestos de trabajo que supone el turismo. Algunos quieren un descanso de tranquilidad y pocas personas: tienen muchas opciones, como el turismo rural, que curiosamente es el tipo de turismo más estancado, con muchas iniciativas truncadas. La quietud no siempre es mayoritaria, y pocas veces rentable.
No soy partidario de quejas, prohibiciones o tasas turísticas abusivas. Es lógico, y va en aumento, cobrar por visitas turísticas a lugares que exigen unos gastos de mantenimiento, que los turistas contribuyan a sufragar. No penalizar a los turistas, sino atraerlos, ¡mimarlos! Incluso con agradecimiento. Nuestra provincia goza de muchas opciones turísticas, y es muy asequible para el bolsillo. Algunos parecen empeñados en frenar el turismo de Castellón, tal vez para beneficiar a otros. No nos dejemos engañar y potenciemos nuestro turismo: hay mucho margen para crecer y mejorar.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.