El domingo pasado comprobé que fue el primer domingo vacacional en Castellón. Calles muy vacías, y las terrazas de los bares a medio llenar. Muchos en Benicàssim, otros muchos en las playas de Castellón, piscinas o sitios frescos en el interior. Diversidad según bolsillo y preferencias.
Hace poco fui a comprar un accesorio para el móvil. Pregunté al vendedor, de mediana edad, extranjero, si iba a tener vacaciones. Me dijo que no, solo los domingos. Como él, varias personas más me lo han dicho recientemente: sin vacaciones. Muchas personas no tienen vacaciones. Reflexionemos un poco los que las tenemos.
Las vacaciones son convenientes, necesarias, para nuestra familia y para todos. De todas formas, me acuerdo de mis padres, que no recuerdo que tuvieran vacaciones nunca, y los ocho hermanos ocupábamos las vacaciones –laborales o estudiantiles– en obtener ingresos, ayudando en una familia con ocho hermanos, con gran naturalidad, en el pueblo, y el clima era de alegría muy sana, sin estridencias ni pretensiones. No era bucólico, pero la familia y los amigos eran el núcleo de nuestras vacaciones.
Lejos de esa imagen de meternos unos cuantos en un Seat 600 e ir a la playa de vacaciones o a la montaña: no teníamos ni coche, ni apartamento costero. Lo pasábamos en grande, según las edades, con baños en el río, fiestas de pandilla y fiestas patronales, practicando diversos deportes “de coste cero” o casi, con una muy módica bicicleta, frontón o fútbol. Eran vacaciones realistas, posibles en aquella época, y nuestra salud mental y física mejoraban, o eso pienso.
“Necesito desconectar”, “necesito vacaciones”, se escucha con frecuencia. Razonable y, a la vez, algo peligroso porque veo personas que, de tanto ansiar las vacaciones o un tipo de vacaciones, se tensan y lo pasan mal, con victimismos exagerados. Se habla de síndrome pre-vacacional y síndrome post-vacacional, ¿no es excesivo y obsesivo? Ojalá muchos más veranearan colaborando con ONG, tan necesarias y que abren la mente y el corazón: es otro tipo de descanso. Antes las vacaciones eran un lujo, pero ahora se han vuelto una necesidad: interesante cambio. ¿Y si concluimos que son convenientes y planteadas con y para los demás?
Horas críticas en Venezuela y de apoyo a los venezolanos que viven en Castellón: ojalá triunfe la libertad, se acabe el régimen corrupto de Maduro y acaben con décadas de sufrimiento. Miremos a los demás ¡y no nos quejemos tanto del calor!
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.