Pese a que Pedro Sánchez y sus ministros siempre lo negaron, para hacer president de Cataluña a Illa han cedido los impuestos, el denominado cupo catalán. Es el penúltimo engaño de Sánchez y el penúltimo disgusto político de los españoles, en pleno agosto. Hasta el PSOE está convulso.
Seguimos conteniendo la respiración por la delicada situación en Venezuela, con una dictadura de Maduro que se resiste a ceder el poder, si dar a conocer a conocer los resultados electorales con fiabilidad. Irán, Gaza, Israel, guerra Rusia-Ucrania: asustan.
Desconectar es un término muy oído estas semanas, pero hay aspectos que no podemos ni debemos olvidar, como los mencionados a nivel nacional o internacional.
En agosto la vida se paraliza. Es el mes de vacaciones por excelencia. El “cerrado por vacaciones” nos acompaña y yo diría que hasta nos alegra que esas tiendas o talleres puedan tener vacaciones: no tener vacaciones es claro síntoma de zozobra profesional y situación límite.
Las vacaciones son necesarias, física y mentalmente. Sin exagerar ni obsesionarse, porque a nuestro alrededor hay personas que no tienen vacaciones, que no pueden tenerlas. Pensemos en Venezuela, Ucrania… Hace unos días, fui a comprar un accesorio para el móvil, y le pregunté al encargado de la tienda, de mediana edad, extranjero, si cogía vacaciones: me contestó que solo los domingos, y sentí pena.
Aunque pueda resultar extraño, hay que valorar y organizarse un poco las vacaciones. Conforme se tiene más edad y experiencia en la vida, se valoran más. Si alguien se plantea las vacaciones con ansiedad, llega casi agotado, las disfruta menos y no suele sacarles jugo. Sin embargo, con sentido común y pensando en nuestra familia, se descansa mejor en vacaciones. No quejarse del calor suele ir bien a todos.
Las vacaciones veraniegas requieren un poco de iniciativa. A veces observo a algunos que esperan ese período como un globo a punto de explotar, que se desinfla cuando llegan, pero casi aburridos a los cuatro días, porque desean dormir, bañarse, siesta y televisión. Eso aburre pronto, y más a la propia familia. O nos planteamos las vacaciones con un poco de chispa, diversión y buen humor, con salidas o visitas, o el aburrimiento lleva a desear la vuelta a la normalidad.
Sigo pensando que los españoles valoramos poco la oferta turística que tenemos, aunque es cierto que tenemos todo el año para conocer ciudades y lugares con atractivo, que no es preciso esperar a agosto. Personalmente, me asombro de los cientos de miles de personas que se dan cita en ciudades como Benidorm, pudiendo ir a lugares del interior o destinos de playa menos masificados. La masificación, para no pocos, es un atractivo: para mí algo misterioso, lo reconozco.
Chispa para unas vacaciones en que disfrutemos de la naturaleza, e incluso de la lectura, que descansa mucho. Liberarse de las nuevas tecnologías y de las redes sociales suele descansar. Es básico disfrutar de la gastronomía, de las costumbres, de las celebraciones religiosas y de la gente sin encerrarse en uno mismo o en casa, para que tengan chispa y no convirtamos las vacaciones en una modorra individualista. Los que podemos descansar, que descansemos de verdad y facilitemos el descanso a los demás.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.