Francisco Camps, expresidente de la Generalitat Valenciana , reitera que desea volver a la política en primera línea, tras 15 años de un calvario judicial que se ha acabado casi del todo. Está muy activo en redes sociales.
El PSPV, los socialistas valencianos., han presentado ante la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, recurso de casación contra la sentencia que absolvía a Camps en la última pieza de la trama Gürtel. Camps parecía ya libre, no se esperaba este recurso, tal vez esperando un gesto último de cierta “humanidad” por parte de los socialistas. Ximo Puig sabe todo lo ocurrido en estos años.
Camps celebró hace unos meses el último archivo judicial, con unas quinientas personas. No estuvieron ni Carlos Mazón ni María-José Catalá, ausencias previsibles alegando motivos de agenda y compromisos anteriores, ni otros miembros de la actual dirección autonómica del PP, que guardan silencio ante los deseos de Camps: alegan que no es firme el archivo de la causa, pero cuando lo sea –que todo indica que lo será– despejarán a Madrid a ver cómo se resuelve el deseo de Camps.
Fue presidente de 2003 a 2011: elegido por el dedo de Eduardo Zaplana cuando éste marchó de ministro a Madrid, Camps fue obligado a dimitir desde Madrid por el “caso de los trajes” y el bombardeo mediático al fue sometido. Camps eligió como sustituto al frente de la Generalitat a Alberto Fabra, que era alcalde de Castellón. De dedo a dedo.
No quería dimitir. El encargado de convencerle fue Federico Trillo, reunido con él en Valencia junto a la mujer de Camps, Juan Cotino y Rita Barberá. Y seguía sin querer dimitir, porque se sentía legitimado por la mayoría absoluta de las recientes urnas electorales y no veía razones para dimitir, muy tranquilo de conciencia.
En ocasiones es útil analizar el recorrido político de un líder, en este caso Francisco Camps, para entender cómo es la política de nuestro país, y también comprender a las personas, por encima de titulares y jugadas de ajedrez.
Camps se ha dedicado a la política desde muy joven: concejal del Ayuntamiento de Valencia, conseller de Educación, presidente de la Generalitat, y otros cargos. Con 62 años, Camps quiere volver, escenificando una inocencia total, pese al calvario sufrido. En la madurez de su vida quiere reivindicarse, rehabilitarse, volver a la actividad política. Hasta psicológicamente puede entenderse en cierto sentido.
A la vez, llama la atención que no se dé cuenta de que su insistencia en volver a la primera línea política molesta en Valencia y en Madrid. Llegó a postularse para ser candidato a la Alcaldía de Valencia en 2023, convencido de su tirón electoral ¡siendo la candidata ya reconocida por todos María-José Catalá! Asombra que no se diera cuenta de lo estrafalario y fuera de contexto que era su deseo.
Los políticos, como todos los profesionales relevantes, han de ser conscientes de cuándo ha pasado su hora. La hora de Camps ya ha pasado. Aunque los socialistas se hayan empeñado en hundirlo, mucha gente se alegra de que Camps empiece a respirar.
¿Quién podría hacerle entrar en razón política a Camps ahora? Sus mentores fueron Rita Barberá y Juan Cotino, ya fallecidos, y serían los únicos que podrían hacerle ver que, si quiere obtener algún cargo político, ha de estar callado y no pedirlo en público, si es que en el PP le encuentran acomodo una vez sea firme su última absolución.
Aireándolo en público, se cava su fosa: con 62 años y una larga trayectoria política, no tiene que demostrarse nada a sí mismo, ni siquiera como terapia psicológica. Como buen jugador de tenis que es, pensar con madurez le conviene y es capaz, sabiendo retirarse a tiempo como Roger Federer y Rafa Nadal, o al menos tener la pillería de no expresar en público su legítimo deseo de rehabilitarse políticamente.
La pillería forma parte de la política, para saber lugar, modos y tiempos. Tal vez la ingenuidad forma parte de su calvario político. Es como telefonear a alguien en agosto a la hora de la siesta: ¡que no son horas! Camps debe ser realista y no hacer el ridículo pidiendo volver a la “primera línea” política.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.