Pedro Sánchez se ríe con Jumilla

La decisión del ayuntamiento de Jumilla (PP y Vox) de impedir celebraciones a los musulmanes en el Polideportivo Municipal le ha puesto en bandeja a Pedro Sánchez presentarse como firme defensor de la libertad religiosa, ver cómo Abascal arremete contra los obispos y contra Génova, y para colmo garante de la libertad ante las excentricidades y reacción fuera de lugar del líder de Vox.

Vivir para ver: Pedro Sánchez defendiendo la libertad religiosa. Le viene como anillo al dedo. No podía haber diseñado un escenario más favorable para los intereses del PSOE, en unos días en que se ha puesto de manifiesto en las encuestas el auge de Vox y el dato de que los jóvenes se van uniendo a una creciente “ola Vox”, así como que los católicos parecen decantarse por el PP e incluso por el PSOE. 

Con este panorama, con tintes estrambóticos, se produce el acuerdo del municipio murciano, que yo no comparto. 

Los obispos han expresado su desacuerdo, para respetar la libertad religiosa. Santiago Abascal les ha contestado como no debía haberlo hecho: lanzando acusaciones o sospechas –en el terreno de la expresión oral o escrita, poca diferencia hay– de que los obispos pretenden con su postura un trato benévolo del Gobierno en cuanto a la financiación, o disimular-esconder-no difundir en medios cercanos al Gobierno los casos de pederastia en la Iglesia.

El Gobierno ha impugnado el acuerdo de Jumilla, alegando que “ante la intolerancia no hay medias tintas” y que ese acuerdo va contra la libertad religiosa, recogida en el artículo 16 de la Constitución. El Gobierno ha dado un mes de plazo, hasta el 11 de septiembre, para que se anule ese acuerdo, es decir, para que PP y Vox se retracten. 

Según parece, el consistorio ha dicho que suspenderá la medida si los técnicos determinan que la decisión incumple el ordenamiento jurídico. No quiero adelantar el dictamen de los “técnicos”, pero me parece evidente que incumple el ordenamiento jurídico. 

Lo que me asombra es que, previendo la polvareda que iba a levantar esa decisión, no consultaran antes a los juristas. No será por falta de personal cualificado, por supuesto. Les ha faltado a PP y Vox más picardía y les ha sobrado ligereza. Sobre todo al PP, porque Vox busca este tipo de decisiones para defender lo que denomina “nuestra identidad”, y seguir sumando votos en las encuestas.

El PP en busca de la mayoría absoluta de un centro moderado y cae en la trampa. Vox puede ir diciendo que es el único partido que puede defender lo español, nuestras tradiciones, nuestra cultura, y ese mensaje se incrementa tras lo de Jumilla, para continuar su “cruzada” contra la inmigración.

Hemos visto cómo Abascal ataca a los obispos, y dice sentirse “perplejo y entristecido”. Debería medir mejor sus declaraciones, aunque el gran problema de Abascal –y avisar ahora es muy conveniente– es que no se deja asesorar, decide él todo, y solamente mantiene a su lado a quienes la confirman en sus ideas y reacciones.

Nadie es perfecto, afirmación que me salva a mí, y a todos: estamos de acuerdo. Los errores del consistorio de Jumilla, del Gobierno, de los obispos, de Santiago Abascal, existen y existirán.

Sin embargo, a Santiago Abascal le animo a que reflexione sobre la Doctrina Social de la Iglesia, porque tal vez puede encontrar principios que le hagan cambiar algo su modo de concebir la inmigración, la acogida a refugiados y exiliados, el respeto a las diversas religiones. 

Soy partidario de una inmigración razonable y ordenada, evitando los abusos que hay en subsidios y ayudas a extranjeros. Se puede ser católico practicante y respetuoso con las demás religiones, sin escudarnos en que no pocos cristianos son asesinados, perseguidos y arrinconados en países que todos tenemos en la cabeza.

Pedro Sánchez se frota las manos en una hamaca. Vox atacando a los obispos, el PP que ha quedado como “prisionero” de Vox en Jumilla, el PSOE defendiendo la libertad religiosa. En bandeja para Sánchez, que cuando convoque elecciones esgrimirá el argumento de que él defiende la libertad y el peligro de la “extrema derecha”. Vox y Abascal –o Abascal y Vox, porque es lo mismo– deben moderarse.

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  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.