El último informe de Transparencia sobre la calidad de los servicios públicos valencianos deja en muy mal lugar a Mónica Oltra, pues arroja el dato de que han subido las quejas un 66%, especialmente en las cuestiones sociales, en políticas inclusivas –responsabilidad de la consellera Oltra– y educación –responsabilidad del conseller Vicent Marzà, puesto por Oltra-, en las que la vicepresidenta siempre se presenta como exponente de todas las mejoras, achacando los defectos pasados y presentes al PP. Es un discurso demasiado oído, un sainete que cansa y que no va a las raíces: que se lo diga a la cara a los que se quejan afectados por la dependencia y la discapacidad, ellos o sus familiares.
Las quejas por los trámites en dependencia y discapacidad son innumerables, pese a todo lo que presume Oltra. Si en dependencia hay fallos, todo lo achaca a Madrid, argumento que nos suena mucho en boca de los catalanes, y que hace propio sistemáticamente. Las quejas por la sanidad no se quedan muy atrás, con Carmen Montón queriendo controlar todo y anular la iniciativa privada: el acuerdo con el IVO es porque Ximo Puig le obligó.
Ya ha pasado el ecuador de la legislatura, las próximas elecciones son dentro de año y medio, y tiene motivos para preocuparse. De sus buenas intenciones no hay que dudar, de la eficacia sí. Y respecto a las múltiples quejas en educación, después de que Marzá –con el apoyo explícito y constante de Oltra– agite algo tan sensible como la enseñanza a todas horas, siempre le quedará en su interior la explicación de que son los votantes del PP o Ciudadanos los que se quejan.
En el ámbito escolar, Oltra ha sido muy sincera, demasiado sincera en conversaciones privadas. Cuando se le ha argumentado que los conciertos educativos ahorran dinero a la Generalitat –un alumno cuesta la mitad al erario público si acude a un centro concertado en vez de ir a un centro público-, su razonamiento ha sido espeluznante: “me da igual, la gente quiere ser funcionaria, y yo se lo daré, y vamos a potenciar la escuela pública”. Así se explica la ineficacia y el descontento ciudadano, porque antepone su ideología a unos servicios de calidad. La calidad sufre por su sectarismo. Oltra arriesgó asumiendo el cargo de vicepresidenta y la Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas. Estaría menos “quemada” ahora si sólo hubiera asumido la vicepresidencia y la portavocía. Pero así hemos podido conocerla mejor..
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.