El expresidente de Gobierno y del PP, José María Aznar, no se da cuenta de que los consejos hay que darlos cuando te los piden.
José María Aznar se ha ofrecido a reconstruir el centro-derecha, a lo que Mariano Rajoy ha contestado que no hace falta reconstruirlo. En el PP actual han afirmado que hace tiempo que no entienden a Aznar.
En la política, como en la vida, hay que saber cuándo está uno de más, cuándo ha acabado un ciclo, en definitiva que uno no es eterno ni es imprescindible. Sin embargo, eso no lo comparte Aznar.
Los consejos hay que darlos a petición de los interesados, o con la suavidad de quien es consciente de que los demás tienen sus libres decisiones y, en ocasiones, manifiestan expresamente que no quieren consejos de una persona ni su tutela permanente.
Cayó bien la decisión de Aznar de limitar los mandatos a dos, y cumplió. Pero ya cometió el error de designar su sucesor “a dedo”, sin pasar por una elección democrática en el PP, aunque muchos pensaran como él que Mariano Rajoy era el indicado. El “dedazo” no es sistema ya desde hace tiempo en un sistema democrático.
Aznar no es ajeno a lo que le ha sucedido al PP. La sentencia de Gürtel, que ha precipitado la caída de Rajoy por condenar al partido, abarca los años en que era presidente Aznar. Que yo recuerde ese hecho no ha sido destacado por Rajoy, porque en ese sentido tiene más sentido común y lealtad que Aznar. Nadie atribuye a Aznar el calificativo de corrupto, pero la convicción de que un presidente de partido tiene una responsabilidad en vigilar que no haya tramas corruptas está muy arraigada, y los ministros del PP afectados por la corrupción son de la época de Aznar, no de Rajoy.
Sólo por ese hecho de que algo más podía y debía haber hecho Aznar para evitar la corrupción, lo que le correspondería hacer es estar callado, como han hecho otros líderes del PP que no le han mencionado, e incluso de otros partidos políticos.
Aznar tiene aires de superioridad, de visionario, de estar por encima. Ha ejercido de “tutor” de Rajoy en innumerables ocasiones, a destiempo, en público, en vez de tener la lealtad de hacerlo en privado. En el PP están hartos de él y de sus salidas de tono.
Si alguien del PP quiere pedir consejo a Aznar para esta nueva etapa política, que lo haga, pero que no sea Aznar el que se presente como consejero máximo, porque sus credenciales han caducado ya. Tanto en el fondo como en la forma, Aznar se autoerige en portador de las esencias del PP: que deje a los actuales dirigentes debatir y decidir, contando de verdad con los militantes.
Saber desaparecer es una virtud. No acudir a lugares o foros donde uno no es bien recibido es algo propio de un mínimo de inteligencia, para lo social, lo profesional y para la política.
Aznar no se da cuenta que sus críticas reiteradas en estos años al PP eran jaleadas por otros partidos, al ver que era verter vinagre continuamente. Ni es padre de la Patria ni nada que se le parezca. Callado serviría mejor a un PP en “shock”.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.